Entre sus manos

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

Joseph Gordon-Levitt, debuta como director y guionista con esta comedia romántica entretenida, a ratos divertida y relativamente diferente, para un género en el que Hollywood nos tiene acostumbrado a la vulgaridad y falta de imaginación, salvo contadas excepciones.

Entre sus manos nos presenta al famoso Don Juan del Siglo XXI, personaje que fue representado, tanto en la literatura, como en el teatro, la música o el cine por infinidad de grandes autores, con múltiples y muy dispares personalidades e incluso por Ingmar Bergman, que adaptó dos versiones, una para teatro (Don Juan, 1955) y otra para el cine (El ojo del Diablo, 1960), con la misma destreza para la seducción que su predecesor, aunque con unos métodos mucho más rudimentarios y una particular adicción: la pornografía.

El relato se centra en la simple y rutinaria vida de un joven obsesionado con la pornografía por Internet y cuya existencia gira en torno su cuerpo, su casa, su auto y cada nueva conquista para redimirse cada domingo por la mañana en misa y terminar con la típica reunión familiar. Hasta que conoce a Bárbara, una chica tan bella como manipuladora, que obligará a Jon a dejar muchos de sus hábitos de vida.
Comenzará entonces una lucha interna del onanista mujeriego que disfruta más del sexo viendo pornografía en su notebook que practicándolo en vivo.

A pesar de la superficialidad de los personajes y el ritmo acelerado del relato, Joseph Gordon-Levitt logra exponer una leve crítica a la sociedad actual dependiente del fenómeno de internet y las redes sociales, donde las relaciones interpersonales y el amor a distancia están regidos por la incomunicación más absoluta, y como su personaje encuentra en la pornografía un vehículo de desahogo unidireccional, fantasioso y egocéntrico con la seguridad en un tipo de relaciones que siempre sale bien.
También se da lugar para burlarse de las comedias románticas, con las que Hollywood nos abruma y que aquí quedan perfectamente parodiadas con los cameos de Anne Hathaway y Channing Tatum, y ciertas incoherencias propias de la religión y la iglesia como institución.

Los personajes son simples y triviales, pero sus protagonistas se enfundan en sus arquetipos con notable talento y gracia.
Con la bellísima Scarlett Johansson mascando chicle y muy alejada de su glamorosa imagen habitual, pero siempre cautivante; la siempre correcta Julianne Moore en el papel de una mujer que está de vuelta de todo y que conseguirá que el nuevo Don Juan se cuestione sus principios y hasta su fe; un divertido Tony Danza interpretando al padre de Jon Martello y una actuación cargada de originalidad para Brie Larson, como la hermana de Jon que sólo pronunciará una frase en toda su interpretación, que sintetiza la obsesión de toda una generación.

Pero el mayor acierto del film, radica en el ritmo y estilo elegido para abordar el género, desplegando ciertos recursos cinematográficos tendentes a introducir al espectador en las sensaciones de su protagonista, como mecánicas repeticiones de planos a manera de insert y juegos con los sonidos y los silencios en la banda sonora (casi en la línea de Trainspotting o Réquiem para un sueño).

Tal vez la falta de sutileza en el tramo final, a partir de la aparición del personaje interpretado por Julianne Moore, buscando cierta redención del personaje y exponiendo una moralina algo traída de los pelos al estilo “El sexo es una experiencia vacía y antes o después el protagonista se va a enamorar y darse cuenta de que el sexo con amor es mucho mejor”, sumado al abuso de determinados recursos que funcionan muy bien inicialmente (las repeticiones de las rutinas) pero que acaba desgastándolos al final, resten puntos al film.

Esta especie de versión cómica de Shame: Sin reservas, el film de Steve McQueen en el que Michael Fassbender muestra los problemas de un hombre para encontrar una vida sexual equilibrada dando como resultado la pérdida total del control personal, mezclada con Alfie (versión original de 1966 o remake protagonizada por Jude Law) donde un joven carismático, encantador, promiscuo y metrosexual se dedica a conocer, enamorar y seducir mujeres como segundo trabajo, podría haber tenido mejores frutos, pero para ser su opera prima Joseph Gordon-Levitt ha salido más que beneficiado.

Con un guion sencillo pero efectivo, sin profundizar en los personajes y cimentado en las buenas actuaciones y una estética original para el género, ha logrado un film entretenido y divertido que no retendremos mucho en la memoria pero habrá valido el tiempo que le dedicamos.