Enseñanza de vida

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

Como todas las películas del Oscar, Enseñanza de vida no es la excepción en materia de sobrevaloración, pero un filme que supone una discreta defensa del derecho de las mujeres al saber (y al placer) y, más importante aún, una película que argumenta a favor del conocimiento y el esfuerzo, merece algún que otro asentimiento. Basada en las memorias de Lynn Barber, y con guión del novelista Nick Hornby, la película de la directora danesa Lone Scherfig, responsable de Italiano para principiantes (Dogma #12), es clásica en su relato y mucho más ambivalente de lo que resulta en una primera mirada. Su principal virtud, sin duda, está en la transformación subjetiva en pantalla de Carey Mulligan, quien interpreta a Jenny, una joven de 16 años de clase trabajadora inglesa que intenta ganarse un lugar en Oxford a principios de la década del ’60, con el riguroso apoyo de sus padres, hasta que una especie de aristócrata de unos treinta y pico aparece en su vida. Lo que podría resultar indebido para los progenitores (no muy lejos en el tiempo y la forma del caso Polanski) es visto como un ascenso social sin escalas, al mismo tiempo que la escuela a la que asiste Jenny desaprueba (y castiga) la nueva compañía con la que se vincula una de sus estudiantes más brillantes. Scherfig jamás juzga las decisiones de su personaje, más bien sigue su aprendizaje moral, estético e intelectual (lo que puede verse en cada gesto facial y corporal de Mulligan), aunque sí contrasta conscientemente la relación y la experiencia de la joven con las obras de arte, la música y la literatura respecto de sus nuevos compañeros de salida, todos ellos pertenecientes, al menos en apariencia, a una clase más acomodada que consume arte, no lo experimenta. El sexo queda en fuera de campo y hay una que otra sorpresa en el devenir del relato, y si bien algunos parlamentos no están a la altura de la inteligencia de Hornby, declaraciones como “Ya no es suficiente que nos eduquen. Nos tienen que decir por qué lo están haciendo” remiten fielmente al autor de Alta fidelidad.