Enredados

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Los estudios Disney presentan un cuento de hadas tan clásico como actual

En el universo de la animación actual, poblado de las maravillas de Pixar, los influyentes films del animé japonés y los algunas veces ingeniosos intentos de DreamWorks de reinventar el género infantil incluyendo a los adultos entre su público las princesas de Disney parecían ya no tener lugar. Hasta que llegó Enredados, una adaptación más que libre de Rapunzel, el clásico relato de los hermanos Grimm. Aquí están presentes todos los elementos, personajes y características que el estudio lleva casi setenta y cinco años perfeccionando incluidos el reino encantado, las princesas perdidas acompañadas de simpáticos animalitos, las brujas malas y los héroes montados en valientes corceles. Claro que esta vez ese héroe es un ladrón huérfano necesitado de atención, la princesa perdida es una adolescente curiosa y un poco furiosa y el corcel tiene evidentes problemas de identidad, ya que actúa como un perro sabueso. Con las lecciones aprendidas del primo Pixar y habiendo prestado atención a la repetida parodia del género que es Shrek, este film consigue mantener la tradición modernizándola, sin perder de vista sus raíces y la magia que parece ser sinónimo de Disney desde su nacimiento. En este caso conjurada por la combinación de las canciones compuestas por Alan Menken -el mismo de La sirenita, La Bella y la Bestia y Aladino- con las posibilidades estéticas de la animación digital y el 3D.
Princesa en la torre

La historia que cuenta Enredados gira en torno de Rapunzel, una princesa encantada que es secuestrada de su cuna por la malvada bruja Gothel, desesperada por utilizar el mágico cabello de la niña como su exclusivo tónico de la juventud eterna.

Encerrada en su torre durante 18 años, Rapunzel añora el mundo que sólo conoce a la distancia, por lo que espía desde su ventana con la única compañía de su mascota, un camaleón que no necesita hablar para resultar uno de los más graciosos personajes de la película. Que los tiene en cantidad. Entre ellos, Flynn Ryder, un pícaro ladrón que sueña con tener un hogar y se indigna cada vez que los carteles de "buscado" reproducen una nariz que no se parece en nada a la suya.

Lejos del convencional rescate de la chica por parte del príncipe azul, en este caso el encuentro entre la princesa solitaria y el forajido tendrá algo de comedia romántica -gracias al inspirado guión de Dan Fogelman-, y otro poco de comedia física que explota todas las posibilidades del 3D, especialmente cuando se pone en juego el largo pelo de la protagonista.

Como si fueran las lianas de Tarzán, los cabellos de Rapunzel son escalera, hamaca y hasta arma siempre lista para lo que su dueña necesite. Claro que no le sirven para protegerse de la malvada Gothel, que no sólo le hizo creer que es su mamá, sino que la mantiene encerrada y aislada con una perversa mezcla de culpa y miedo al exterior. De todos modos, eso no impide que Rapunzel sueñe con conocer el mundo y bajar de su torre un mechón a la vez.