Enredados

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

La sonrisa (malvada) de mamá

Enredados es la película número 50 de la Disney. Y si bien Enredados lleva el sello de la casa del Tío Walt, hay otro nombre a destacar detrás de todo esto: John Lasseter. Ya nos hemos cansado de hablar de Lasseter en relación a los films de Pixar, pero es en su intromisión con las películas exclusivamente Disney donde su poderoso imaginario adquiere mayor relieve. Es que Lasseter, aún con la libertad que le permite ser una de las personalidades más exitosas del Hollywood actual, era consciente de la historia que tenía que respetar. Y con Enredados esa historia se mantiene, a la vez que se ve reformulada por medio de la modernidad y la actualización de códigos. Y esto es gratificante porque además sirve para que volvamos a creer en el cuento de hadas como una posibilidad de la ficción mirando la realidad.

Antes que Lasseter tomara el control, la Disney se había metido con el cine digital para realizar cosas tan horrendas como Chicken Little o Vida salvaje. Luego de Lasseter, llegó La familia del futuro, se volvió al dibujo tradicional con La princesa y el sapo y ahora de nuevo en digital y en 3D, con Enredados. Alcanza sólo con mencionar las películas para que uno entienda la revolución que Lasseter representó. Estas películas rescatan lo mejor del espíritu original, suprimiendo toda tilinguería posible y actualizándolas a partir de un humor novedoso, moderno, veloz, inteligente. Pero, además y más importante, con una mirada sobre los personajes plena de coherencia y cariño. Es en este apartado donde Enredados marca la distancia con, por ejemplo, La princesa y el sapo: si aquella era una muy buena fábula sobre cómo el poder económico determina roles sociales, no dejaba de ser una de princesas y príncipes. En este caso, también hay princesas, pero no un deseo en tal sentido. Rapunzel sólo llega a ser princesa por una consecuencia contextual. Y de príncipe, mejor no hablemos: Flynn Rider es un tipo poco recomendable.

Enredados es la actualización del texto de los hermanos Grimm, sobre la joven de la larga cabellera encerrada en una torre por una mujer malvada que desea mantener su poder con ella, y así ser joven por siempre. Y si uno puede leer en esa actualización un toque posmoderno, no hay aquí una mirada cínica y canchera como en Shrek. Enredados no va a la fácil -por más que haya criaturas simpáticas y directas al peluche de la semana como el maravilloso camaleón Pascal, que por lo demás justifica enormemente su aparición en el film por el vínculo que mantiene con la Rapunzel del encierro- y evita resolver sus conflictos de manera simple o con un chiste que mire con distancia el universo creado. Y eso no impide que haya humor, aunque la comicidad se da aquí por la cruza de una serie de elementos: por un lado, la recuperación del relato de aventuras serial, que es por definición plástico, ligero y divertido; y por el otro lado una serie de personajes lunáticos que, involucrados en un relato de aventuras y romance, no hacen más que subvertir constantemente las reglas: y allí reluce alta en el cielo la secuencia en la taberna de vikingos sensibles o el caballo Maximus, un equino-canino con un sentido de la nobleza bastante particular.

Aciertos todos estos que también son adjudicables a Nathan Greno y Byron Howard, los directores, y al guionista Dan Fogelman (Cars, Bolt). Ver si no el arranque, con un exquisito prólogo que nos pone en situación, y con un relato que por medio del montaje paralelo nos sitúa en los dos universos que prontamente van a colisionar: por un lado el mundo de Rapunzel, romántico y sensible, que abruptamente se rompe con la intromisión de la aventura y el vértigo que representa el universo del bandido Flynn Rider. Cuando ambos personajes se relacionen, estallará ahí la mejor tradición de la comedia romántica: ambos tienen sus objetivos y sueños pero, con el transcurrir de la acción, descubren que esos sueños no son nada si no está la otra parte incluida. La narración de Enredados es tan sabia, que se permite hacer escalas en el humor y en el romance sin que el asunto sepa a sucesión de sketches y sin que una cosa anule a la otra. El film puede ser definido por sus partes, pero lo novedoso es que estas construyen un todo: el sentido del film lo van dando las actitudes de sus personajes, entre heroicas y nobles.

Rapunzel, el personaje, es una adolescente en el amplio sentido de la palabra. La secuencia de montaje en la que una vez liberada, alterna entre la depresión de no respetar el consejo materno y la exaltación alegre de saberse libre, es una perfecta y a la vez muy cómica definición de personaje. Desde ahí, comprendemos todos sus actos, no hace falta que ella se explique con palabras: detrás de la aventura, de los chistes -todos efectivos y precisos-, del respeto al original, de las canciones tan llenas de colores de Alan Menken -y de la inteligencia en cómo son utilizadas-, de la redefinición del concepto Disney, Enredados no es más que una película sobre la adolescencia, sobre crecer, sobre la autodeterminación y sobre el definirse, por eso Rapunzel le dirá a la madre que se la apoderó, que ella resistirá hasta las últimas consecuencias para irse de ese lugar. Y por esto es que el personaje clave en el film -y lo dice el propio Flynn Rider en el comienzo, cuando obra como narrador- es la madrastra Gothel.

Se nos dice al comienzo que Gothel es algo así como una bruja. La mujer se robó de la cuna a la heredera del trono y la encerró en la torre: su cabello tiene poder y por medio de un conjuro, logra dar juventud eterna a quien la desea. El elemento fantástico está presente, pero lo que importa más aquí es cómo Gothel mantiene prisionera a Rapunzel: no se trata de ladrillos y puertas con trabas, hay otros muros mucho más difíciles de franquear, y Enredados lo dice con todas las letras a partir de una de sus canciones: “mamá sabe más”. Gothel no tiene más poder que el de ser una madre castradora, de absorber el afecto de su hijastra y exprimirlo hasta el final. Enredados dice muy seriamente que el amor de madres puede ser perverso y enfermizo, que a veces construye hijos sin decisión, atados a un poder que los comprime. Y es entones por lo que se hace fundamental la aventura, la épica, el poder del relato fantástico como forma liberadora. No es otra cosa que la curiosidad de Rapunzel por esas estrellas lejanas lo que permite que emprenda el viaje; no es otra cosa que su imaginación resuelta en arte a través de sus pinturas, lo que le hace resolver el nudo central y redescubrir sus orígenes. Y todo esto que aquí está explicado, en Enredados es narración, es ritmo, es leyenda, con un bandido que pelea con un sartén y una chica que toma las riendas. Riendas hechas de un pelo tan fuerte y sedoso como los encantos de esta película redonda como aquel número 50.