En otro país

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Los deseos, en tono de comedia

Es el filme número catorce de este director sudcoreano, pero el primero que se estrena en nuestro país. Hong Sang-soo (1960) es autor de películas de bajo presupuesto, realizadas con un estilo minimalista que recuerda a los Cuentos morales y las comedias y proverbios del francés Eric Rohmer.
Ha reconocido, además, la influencia de la nouvelle vague e inclusive, en 2008, filmó en París, Noche y día. El BAFICI le dedicó este año una muestra retrospectiva y un libro.
En En otro país hay tres historias que repiten actores, personajes, escenarios, situaciones y diálogos. Transcurren en el balneario de Mohang y en los tres casos el eje de la acción es una mujer llamada Anne, interpretada por la francesa Isabelle Huppert.
Es imposible no recordar a Tres veces Ana, un filme realizado en 1961 por el argentino David José Kohn, también integrado por tres episodios, identificados con los sugestivos subtítulos de La tierra, El aire y La nube, interpretados por María Vaner.
El relato comienza con una joven estudiante de cine mientras espera en compañía de su madre la resolución favorable de un conflicto familiar. Para calmar sus nervios, escribe el guión de una película, integrada por las tres historias mencionadas.
En la primera, Anne es una directora de cine que viaja a Corea del Sur para asistir a una muestra de cine en Mohang y reencontrarse con un cineasta de este país, al que conoció en el Festival de Berlín y está casado con una mujer extremadamente celosa.
En el segundo episodio, es una mujer casada con el vicepresidente de una empresa dedicada a la comercialización de automóviles, que se traslada a Mohang para encontrarse con su amante, que es un cineasta infantilmente celoso.
En la tercera, acaba de separarse de su marido infiel y en Mohang toma contacto con un cineasta que realiza entrevistas para un filme y está casado con una mujer celosa. También se reúne con un monje budista, al que pone en aprietes con preguntas inquisidoras.
En las tres historias, Anne recorre el balneario, se cruza con un guardavidas y pregunta por un faro costero, metáfora de una claridad que está buscando con cierta ignota curiosidad.
El director caracteriza a los hombres de los tres episodios como seres de pocas luces y propensos a enamorarse de mujeres extranjeras. Todos ven a Anne como una belleza y es obvio que padecen problemas en la vista.
El tono dominante de la película es la comedia y en cada historia el director juega con las diferencias culturales, los deseos propios de la naturaleza humana y las ansiedades emergentes, apoyándose en algunos casos con las palabras en off de una narradora externa.