Elvis

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Elvis es brillante y ostentosa, tiene un diseño de producción casi escandalosamente opulento, como toda película de Baz Luhrmann, el australiano que tiene en su haber un nuevo clásico como Moulin Rouge! y un desastre arruinando otro, como El gran Gatsby, con Leo DiCaprio.

A Luhrmann le gusta complacer al público, o habría que decir al que entiende es su público, porque el director de Romeo+Julieta se percibe y filma como un autor, más que como un director, y así como tira a la pantalla toda la parafernalia que le es posible, se enreda en una trama que se extiende a casi los 160 minutos, cuando un poder de síntesis -o a algún amigo que en la mesa de edición le alertara o pusiera límites- hubiera sido, tal vez, quizás, en una de ésas, más aconsejable.

Con Elvis, la película y el personaje, Luhrmann medita sobre la música, la leyenda y el negocio comercial detrás de un ídolo, de un hombre que revolucionaría la música, no solamente en los Estados Unidos.

Pero Elvis no comienza con Elvis, sino con el Coronel Parker, un Tom Hanks -siempre comprador, aunque haga de un personaje inescrupuloso- con nariz y papada de goma prostética, quien tras un infarto nos va a contar la historia del niño al que convirtió en estrella. “Sin mí no habría Elvis Presley”, se ufana.

Parker era un comerciante, un tipo del showbusiness que supo manejar a una estrella como fue Elvis a su antojo, que le hizo la vida imposible, que se quedaba con el 50% de sus ganancias, y para quien -y lo tenía muy, pero muy claro- el beneficio económico estaba por encima de la música y el arte.

Y los principios.

Bueno, el Coronel Parker -que no era coronel y tampoco se llamaba Parker- tenía los suyos, y eran los que regían su vida y, por añadidura, la de su representado.

El problema que surge con los filmes de Luhrmann aparece cuando se denota la hechura, cuando la película es más importante que la historia, o hasta que el protagonista.

A Luhrmann le encanta descolocar al espectador. Como darle un sopapo mezclando culturas. Ya lo había hecho en Moulin Rouge!, incluyendo Smells Like Teen Spirit, de Nirvana, a principios del siglo XX. Aquí la “confusión”, o la libertad creativa e histórica pasa también por ¿habría que decir insertar, mejor que incorporar? otras canciones fuera de sintonía -Britney Spears, agradecida-.

Están el Elvis que movió la pelvis, está el parásito codicioso del Coronel Parker, y está el nacimiento del ídolo. OK, quizá los más jóvenes no supiera antes de entrar al cine que Elvis supo combinar los estilos musicales, la música negra y el blues, para sorprender a todos.

Austin Butler y Tom Hanks
La interpretación de Austin Butler es muy buena, aclarando que no se parece a Elvis. El actor que fue Tex Watson, la mano derecha de Charles Manson en Había una vez… en Hollywood está casi todo el tiempo en la pantalla… cuando no lo hace Tom Hanks.

Porque el filme también pudo titularse incluyendo el nombre del Coronel.

Como sea, Elvis es un espectáculo. ¿Que se resiente? Y, sí, pero que entretiene, entretiene.