Ella se va

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Mujer engañada busca

A quién no le ha pasado que cuando creía que todo estaba mal -en el amor, la familia, el trabajo- pega un volantazo y, de repente, todo tiene otro color.

Y a quién no le ha pasado que cuando promedia la proyección de una película, se da cuenta de que todo está como medio desordenado, y que la protagonista es un personaje muy rico para actuar, pero al que en verdad no le pasa nada como para que todo dure cerca de dos horas.

Ambas cosas suceden en Ella se va, la película que nos trae de regreso a Catherine Deneuve a las pantallas argentinas. Lo del volantazo de más arriba no es metafórico, ya que cuando Bettie (Deneuve) se dé cuenta de que está por perder el restaurante casero que maneja, que su madre la tiene como loca, que su hija no le presta atención y que su amante la dejó por otra mujer, se sube a su auto y enfila hacia la ruta.

Precisamente el encuentro con su nieto será la excusa para que todo comience a ensamblar mejor. La vuelta de rosca -algo remanida- es que Bettie fue en su juventud reina de belleza, y ya que estamos entre tantas casualidades y causalidades, también tendremos un reencuentro.

Bettie, o Deneuve, que para el caso es lo mismo, ya que en los últimos años la actriz que sabía componer personajes como en Repulsión parece hacer de sí misma, no tiene el glamour que se adivina supo tener. Y Deneuve juega su rol sin ese plus que al personaje le sienta bien, y la aleja, a la actriz, de los clisés.

La directora Emmanuelle Bercot, eso sí, supo cómo hacer que la diva se ría de sí misma. La cantante Camille no está mal como la hija de la protagonista pero, en síntesis, si la realizadora se hubiera decidido por un género, película del camino o comedia romántica de los años ‘50, todo habría sido más llevadero, por no decir congruente.