Eliminar amigo

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Terror ante la pequeña pantalla

Una película, una pantalla de una computadora. Eliminar amigo plantea un desafío, un encierro, y sale airosa, hasta victoriosa. El relato se ubica en los ojos de Blaire -la extremadamente fotogénica Shelley Hennig-, una chica que juega a seducirse con su novio Mitch vía Skype, pero antes de eso estaba viendo las imágenes del suicidio de Laura Barns, que están online. Un suicidio inducido por un humillante video subido a la red y sus consecuencias. Luego aparecen en el Skype amigos de la pareja, y entre ellos se cuela alguien no invitado. Y habrá actividad, tal vez sobrenatural (de hecho otro título de esta película fue Cybernatural), desde la cuenta de Facebook de la muerta.

Eliminar amigo tiene una primera parte tensionante y exacta, en la que la dosificación de situaciones reconocibles ante una pantalla construye un suspenso neta y exasperantemente contemporáneo, al exprimir y aprovechar para el lado macabro lo que se nos ha hecho trivial en nuestras vidas cotidianas: una espera al bajar una foto, una falla en la conexión, la decisión de mandar o no una respuesta, la ansiedad mientras se aguarda un mensaje. El paisaje de ventanas abiertas, de amigos que entran y salen del videochat, de las múltiples aplicaciones constituye un muestrario de las variantes contemporáneas de la comunicación y de los vaivenes entre lo público y lo privado a partir de dispositivos conectados. Y ese es el paisaje de la película, tan aparentemente anárquico como extremadamente familiar para todos aquellos que trabajen y/o socialicen principalmente desde una computadora.

Eliminar amigo -producción estadounidense, pero con director georgiano y con presentación y sello del kazajo Timur Bekmambetov- empieza a perder algo de brillo a partir de la primera muerte, pero de todos modos llega con mucha solidez y potencia a un final que no se estira en absoluto.

El año pasado también Open Windows, de Nacho Vigalondo, con Elijah Wood y Sasha Grey, intentó sostener la mirada en una pantalla de computadora, pero de forma más fallida y con menos potencia y claridad.

Seguramente en el futuro habrá más películas con propuestas similares que gastarán el recurso, como ha pasado históricamente con un montón de conexiones del cine con el mundo contemporáneo que supieron ser novedosas. Pero, por ahora, Eliminar amigo comprueba una vez más lo fructífera que puede ser esa conexión cuando se procede con convicción y concisión.