El viaje más largo

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Romanticismo ramplón adaptado.

Los seguidores de Nicholas Sparks no se decepcionarán. Al resto le espera la historia de una pareja que cambia repentinamente su curso cuando se encuentra a un anciano.

Las novelas de Nicholas Sparks son best sellers que han terminado en la pantalla de muchas ocasiones. En mayor o menor medida, todas se han convertido en películas insufribles, en productos que combinan lugares comunes, con una melosidad algo molesta y con golpes bajos que sorprenden por su mal gusto y falta de ética cinematográfica. Cuando salen bien esas películas, alcanzan el nivel –bajo– de Diario de una pasión, cuando las cosas no salen bien, aparecen films terriblemente malos y malvados como Cuando te encuentre y Lo mejor de mí. Hay que decir, sin dar más vueltas, que El viaje más largo repite el universo de Nicholas Parks, algo que no es para nada una buena noticia. Hay un intento de emular Diario de una pasión pero no hay con que empezar a comparar. Los seguidores de Sparks no se verán decepcionados, aunque hay que insistir en que deben ser seguidores muy pero muy fieles. La joven pareja protagónica de esta historia –o tal vez debamos decir historias– es un lugar común tras otro. Cuando una noche encuentran a un anciano que ha tenido un accidente al costado de la ruta, lo rescatan y con él aparece una serie de flash backs con el pasado del anciano (interpretado por Alan Alada) y su propia historia de amor. Así que la joven leerá las cartas de amor que cuentan aquella historia del pasado del anciano en el hospital. El amor, el compromiso, las decisiones que oponen entre los proyectos individuales y los de pareja. Ese es el universo del novelista y el de las películas que lo adaptan. Como dato de color, la terriblemente estereotipada pareja protagónica tiene como galán a Scott Eastwood, el hijo de la leyenda cinematográfica Clint Eastwood.
Scott tiene impronta de galán pero todavía le falta algo de camino para llegar a parecerse al padre en su juventud. Es inevitable, al citar a Clint, que uno piense en Los puentes de Madison. El cine romántico, el verdadero cine romántico tiene grandes ejemplos en la historia del cine y en las últimas décadas también. No hay nada de malo en los films románticos, no hay nada malo en contar una historia en dos tiempos, el problema es el modo en el cual se cuenta. El viaje más largo es muchas cosas, pero en un sentido estricto del término, es un film que carece de cualquier forma de romanticismo. El cine masivo para público juvenil aun tiene cuenta pendiente con su público, en particular en estos últimos años.