El útimo Elvis

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

El primer largometraje de Armando Bo (nieto), acertadamente elegido para la inauguración del reciente BAFICI, ya puede ser ahora apreciado en nuestras pantallas.

Cerrando el primer cuatrimestre del año, con casi cien estrenos de los cuales treinta nacionales, es probablemente la mejor muestra de cine local vista hasta ahora (excluido el BAFICI).

“El último Elvis” es una película atípica en varios sentidos. Carlos Gutiérrez (notable debut de John Mc Inerny) es un imitador y fanático del famoso cantante de rock, alejado de los prototipos locales, que se hace llamar Elvis. Si hasta su nombre y apellido (¿artístico?) no suenan argentinos.

La trama reserva varias sorpresas y sólo conviene decir que se lo ve al principio solo y sin pareja, separado de su esposa Alejandra (Griselda Siciliani) a la que él llama Priscilla. Su pequeña hija (Margarita López), en general, no lo soporta pero una circunstancia fortuita los acercará en más de un sentido.

Un aspecto notable es la calidad de las imitaciones (interpretaciones) de las canciones de Elvis que hace Mc Inerny. En verdad él tiene una banda de rock que se llama “Elvis vive” y para los fanáticos del famoso músico, que nació en Memphis y murió muy joven en Graceland, seguramente serán muy disfrutados los “covers” de temas tan famosos como “Always in my Mind”, “Unchained Melody” y “I’m so lonesome I could cry”.

Técnicamente “El último Elvis” resulta inobjetable desde la misma primera y notable toma, en que la cámara virtualmente parece estar subiendo una escalera para al final del ascenso explotar sonoramente.

Pero además debe elogiarse el guión que el realizador compuso junto a Nicolás Giacobone. A señalar que Bo ya tenía un antecedente importante al haber coparticipado en la escritura de “Biútiful” del mexicano Alejandro González Iñárritu, aquí uno de los productores.

Este Elvis es en el fondo un personaje solitario y triste y lo que le acontece tiene más de un punto de contacto con el famoso personaje que él busca emular. Pese a trabajar en una fábrica de heladeras, no se siente tal cual es, apenas un imitador, sino como un elegido por el destino.

Más cercana a las producciones de cine norteamericano independiente que a nuestro repetido cine, que oscila principalmente entre documentales y películas de bajo costo ambientadas en medios rurales, “El último Elvis” es una bocanada de aire fresco que se debe festejar. Por suerte hay varias películas prometedoras para el resto del año, algunas de las cuales estarán en Cannes y que en parte han sido vistas en el 14º BAFICI.

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Publicado en Leedor el 1-05-2012