El tercero

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

Ternura inusual

El tercero, la nueva película de Rodrigo Guerrero, cuenta la historia de un “ménage à trois” homosexual, con discreción y sensibilidad.

Los primeros minutos de La invención de los raros, la ópera prima del joven director Rodrigo Guerrero, dejaban en claro que el realizador debutante tenía una mirada propia. En aquel filme los dictámenes de un guion demasiado demandante exigían su ilustración; la película no respiraba bien y sus planos corrían de aquí para allá disolviendo el misterioso ritmo inicial. En su segunda película, Guerrero encuentra equilibrio, elegancia y precisión: El tercero, una discreta película de cámara, funciona de principio a fin.

En menos de 20 planos, en los que la composición de cada uno nunca está librada a la casualidad, Guerrero cuenta una historia menor que unos años atrás hubiera resultado un escándalo. Constatación involuntaria del progreso moral de una sociedad: un ménage à trois homosexual ya no levanta revuelo alguno; más todavía cuando Guerrero disloca el costado voyerista del erotismo y lo dosifica con una dosis de ternura impensable para un encuentro ocasional arreglado entre una pareja y un tercero a través de un sala de chat en la web para pasar una noche de sexo grupal.

El tagline que acompaña la promoción dice: "¿Y si lo mejor de una noche de sexo es el día después?" Definitivamente, el lema no coincide con la amabilidad del filme. Desde la charla inicial por webcam hasta la despedida que tiene lugar a la mañana siguiente después de haberse consumado el encuentro erótico, los tres personajes la han pasado muy bien en todo momento. Es cierto que la posterior satisfacción silenciosa de Fede, que estudia en la universidad y recién empieza a sus 22 años a tomar envío en sus búsquedas amorosas, es ostensible en su expresividad facial una vez que llega al claustro universitario, pero ese mismo sentido de plenitud se puede verificar en la hermosa conversación durante la cena que antecede al paso hacia la cama. El flujo del diálogo es notable, y la geometría de la puesta en escena también. En dos planos medios simétricos, Fede contará algunas cosas de su vida que no son anecdóticas, y Hernán y Franco, mayores que Fede y juntos por ocho años, escucharán con respeto y atención.

Se podrá objetar cierto pudor a la hora de filmar los cuerpos en acción. Si bien los encuadres son ingeniosos y los muchachos se comportan a la altura de las circunstancias, el desnudo frontal completo brilla por su ausencia. El pene en fuera de campo es una regla perteneciente a otro filme, incompatible con el espíritu de libertad y cuidado que sobrevuela el relato.

Guerrero ha dado un buen paso con El tercero. Hay aquí una idea de puesta en escena, tres actores que responden con ductilidad al requerimiento del director y una intención de explorar el deseo (homosexual) que encuentra a su vez un costado íntimo y sensible poco frecuente. Como sucede con el joven Fede, Guerrero tiene una carrera abierta por delante. Si confía en su sensibilidad y convicciones, la tercera película que vendrá después de El tercero será un filme de madurez.