El sobreviviente

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Digno exponente de género

Peter Berg (El reino, Hancock) consigue su mejor película hasta la fecha como guionista y director con esta precisa, implacable reconstrucción de una trágica misión real ocurrida en el marco de la intervención de los Estados Unidos en Afganistán: en junio de 2005, un equipo de operaciones especiales integrado por apenas cuatro soldados fue enviado a la región de Kunar con la misión de apresar o asesinar al líder talibán Ahmad Shah y a sus seguidores.

Luego de una introducción plagada de clichés sobre los entrenamientos y la camaradería masculina en el cuartel, la película se concentra en el operativo, que a los pocos minutos se ve truncado por la presencia de pastores de ovejas en la montaña donde los militares estaban escondidos. Lo que sigue, por lo tanto, es una larga caza por parte de los 140 talibanes para atrapar a los cuatro estadounidenses, quienes lucharon no sólo en semejante inferioridad numérica sino también en condiciones físicas, geográficas y hasta tecnológicas (incomunicados por completo) casi imposibles, pero con un heroísmo digno de... una película de Hollywood.

Lo que importa aquí no es tanto el desenlace (el título original y el de estreno local son en sí mismos un spoiler) sino la forma en que Berg -basándose en un libro de memorias del "sobreviviente" Marcus Luttrell- describe el accionar, la mística, la moral y los códigos de estos combatientes.

En esa mirada quirúrgica, en esa descripción con impronta casi documental que recuerda al cine de la Kathryn Bigelow de Vivir al límite y La noche más oscura van surgiendo de la manera más inesperada los rasgos de personalidad de cada uno de los cuatro protagonistas, interpretados con convicción, visceralidad y compromiso tanto dramático como físico por Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch y Ben Foster.

Sí, hay algunos (pocos) excesos patrioteros, momentos inundados de música épica, y carteles y fotos reivindicatorias sobre el final, pero El sobreviviente es, sobre todo, un sólido film de guerra que utiliza muy bien las locaciones naturales de Nuevo México (que recrean las de Afganistán), un impecable trabajo de edición a cargo de Colby Parker Jr., de fotografía gentileza de Tobias Schliesser, y de sonido. Atributos técnicos y artísticos que se combinan para un muy digno exponente del cine de género.