El secreto de Albert Nobbs

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

El refugio de la masculinidad

Esta es la típica película "caza votantes del Oscar" y, también, de no pocos colegas que se llenan la boca hablando de la "notable caracterización" de Glenn Close (por supuesto, nominada este año por la Academia) haciéndose pasar por un hombre. No sé por qué a tanta gente le impacta ver a un hombre vestido de mujer y viceversa ¿Es algo tan arriesgado, tan difícil de hacer para un buen actor o una buena actriz?

Para mi gusto, esta película de Rodrigo García (Márquez Jr.), el mismo director de Con solo mirarte, Amor de madres y la serie En terapia, está por momentos bastante cerca del ridículo, del mal gusto e incluso de ser ofensiva (¿qué dirán las militantes lesbianas sobre este guión pergeñado por la propia Glenn Close respecto de su mirada sobre la sexualidad y la masculinidad como refugio?). Pero, más allá de las distintas lecturas que puedan hacerse, El secreto de Albert Nobbs resulta bastante maniquea, manipuladora y por momentos hasta un poco tediosa.

Ambientada en la aristocracia de Dublin de fines de siglo XIX, la película narra la historia de Albert Nobbs (una Glenn Close rígida, contenida, casi inexpresiva para exponer la represión del personaje), una mujer que se viste y se comporta como hombre para poder trabajar como sirviente en una mansión liderada por Jonathan Rhys Meyers. Allí, convivirá con gente que la aprecia y que la desprecia, que elogia su eficiencia o que se refiere a ella (a él) como un "freak" apenas da media vuelta y se va. Y habrá también, un/a colega y mentor/a (Janet McTeer) y, claro, un objeto del deseo (Mia Wasikowska).

Este film de espíritu trágico y aleccionador me resultó demasiado esquemático, calculado, obvio y cansino (cansador). No pude ingresar ni en la propuesta de la historia ni conmoverme con este personaje que Close ya había interpretado 30 años antes en el teatro y que luchó durante mucho tiempo para poder llevarlo también a la pantalla grande. Logró su objetivo (premios, prestigio), es cierto, pero -al menos en este caso- no mi admiración.