El sacrificio de Nehuén Puyelli

Crítica de Gustavo Castagna - Subjetiva

RETORNO A LAS FUENTES

Volvió el mejor Campusano, se lee en buena parte de las críticas que refieren a El sacrificio de Nehuén Puyelli. Respondo elocuentemente: nunca se fue el mejor cine del director si es que títulos posteriores a Fantasmas en la ruta, acondicionados a otro paisaje social (Placer y martirio) y herederos de aquella tradición inicial (El Perro Molina) pueden considerarse como débiles y sin interés en el corpus de su (ya) abundante obra. Aclaro que aun no vi El arrullo de la araña, el título anterior a El sacrificio…

Volvió el mejor Campusano (aquí la entrevista) y no estoy tan de acuerdo con semejante afirmación.

Ocurre que, aun con sus problemas narrativos y de marcación actoral, Placer y martirio no parece un film descartable, como tampoco El Perro Molina y un acabado técnico más prolijo que el de sus películas más logradas (Vikingo, Vil romance y Fango, ésta última, su obra mayor hasta hoy).

El sacrificio de Nehuén Puyelli retoma a aquellas criaturas compatibles con el universo del cineasta: personaje temibles, la violencia a flor de piel, la marginalidad como convivencia necesaria, los códigos inalterables, el uso de los fierros, el paisaje como protagonista.

Ya no es el conurbano bonaerense el encuadre geográfico sino el sur del país, un penal en Río Negro en donde transcurrirá buena parte de la historia. Campusano ensancha sus ambiciones temáticas: las tramas secundarias refieren a los pueblos originarios, al respeto o no que se le tiene a los curanderos y la cruel xenofobia que, en el andar del relato, se dirige sin vueltas y con mucha rabia hacia los chilenos.

Habrá una amistad que se irá fortificando en la cárcel entre el citado Nehuén (Aravena) y el joven Arce (Ávila), dentro de un relato que decide construir, primero fuera de la cárcel y luego en el mismo ambiente, a otros personajes secundarios que, por momentos, adquieren una potencia visual y una carnadura dramática superior a la de los protagonistas. Al respecto, por allí también andará el ya invocado Perro Molina (Quaranta) en un rol secundario, cuestión interesante en el desarrollo de la historia ya que se percibe que el director se anima a hacer dialogar sus películas entre sí, no como compartimentos separados sino como estadios que posibilitan la anexión y mimetización de una obra en conjunto.

Por supuesto que algunos inconvenientes en los diálogos y en los procedimientos textuales vuelven a sonar impostados, casi como si encarnaran una marca de fábrica (discutible) en la poética del director.

Pero habrá un mundo a punto de estallar, duelos, violencia, facas, cuchillos, cuentas pendientes, venganzas, sacrificios, decisiones éticas.

El universo Campusano más reconocible, escalones debajo de sus obras mayores, pero siempre atendible y único dentro de un cine argentino ubicado en la vereda de enfrente de un discurso hegemónico.

EL SACRIFICIO DE NEHUÉN PUYELLI
El sacrificio de Nehuén Puyelli. Argentina, 2016.
Dirección y guión: José Celestino Campusano. Fotografía: Eric Elizondo. Música: Claudio Miño. Edición: Horacio Florentín. Dirección de arte: Paula Trocchia y Verónica Manzanares, Sonido: Luciana Kaseta y Leandro Sinich. Con: Damián Ávila, Emanuel Gallardo, Daniel Quaranta, Aldo Verso, Ana Nuñez, Tuky Jaramillo, Marcos Jaramillo, Darío Carvallo, Horacio Fernandez. Duración: 87 minutos.