El retrato postergado

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

En “El retrato postergado” pueden verse imágenes en que el autor, lamentablemente desaparecido durante la dictadura militar, señala su amor por Chacabuco, su ciudad natal, y por otro de sus lugares favoritos, el Delta.

En la película de Andrés Nicolás Cuervo se lo ve afirmando que “Buenos Aires sólo me da tristeza por lo que me escapé de ella con Sudeste”. Siendo ésta su primera novela, publicada en 1962 y por la cual ganó el premio Fabril, es bueno recordar que tuvo una digna versión cinematográfica cuarenta años después, de la mano del director Sergio Bellotti. No fue ésta la única de sus novelas llevadas al cine ya que por ejemplo “Alrededor de la jaula” (1966) fue la base de la segunda película de Sergio Renán, conocida como “Crecer de golpe” y estrenada increíblemente en 1977, en plena época del Proceso.

Lo notable del documental ahora estrenado, hubo uno anterior (“Haroldo Conti, homo viator”) hace apenas dos años dirigido por Miguel Mato, es que se trata de una obra que empezó Roberto Cuervo, padre del joven realizador Andrés Nicolás, y amigo de Conti. Distintas circunstancias entre las cuales la muerte prematura de su progenitor impidieron su terminación. Como señala el hijo, él era apenas un bebé cuando se produjo el deceso de su padre por lo que la obra es un caso bastante singular de una película codirigida por padre e hijo.

Hay aún algunas otras curiosidades o casualidades como el hecho de que esta película llega justo 35 años después de la fecha estimada de la muerte de Conti y de que acaban de ser condenados por crímenes de lesa humanidad varios de los responsables del centro de detención “El Vesuvio”, donde estuvieron alojados entre otros Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer y Héctor Oesterheld.

Gran mérito del documental es conseguir en apenas una hora abarcar múltiples facetas de la vida del escritor. En ella se compara el ritmo de la vida de Conti con el ritmo del río, el Tigre y su delta y se completa ese paralelo al señalar que “así como el río abraza a las islas, la literatura de Haroldo abraza los personajes y les da vida”.

Entre los testimonios presentados se destaca el de su amigo Eduardo Galeano cuando señala que Conti no era feliz cuando escribía ya que le costaba hacerlo y que para él la literatura no tenía sentido como mero ejercicio sino como posibilidad “de vivir momentos de su vida”.
En otro momento del film se lo ve a Conti diferenciándose de Vargas Llosa al afirmar que no amaba la libertad de la misma manera que lo hacía el Nobel peruano. Decía que éste amaba una libertad en abstracto, “la que puede entrar y salir de cualquier parte, pero sin modificar nada”.

Hay por supuesto apuntes sobre los viajes del escritor en América Latina y particularmente a Cuba, donde recibió el Premio Casa de las Américas. Pudo haber emigrado a la isla y de hecho un tío militar ofreció ayudarlo, pero el prefirió quedarse y correr el riesgo. El 5 de mayo de 1976, una fecha triste para la memoria, fue secuestrado. Haroldo Conti vive a través de su obra y del recuerdo de su figura y de testimonios como el muy valioso que “El retrato postergado” aporta.