El retrato postergado

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Queríamos tanto a Haroldo

Presentado hace ya un par de años en ámbitos como la Biblioteca Nacional, el Centro Cultural de la Cooperación y el que lleva el nombre del propio escritor en la ex ESMA, ahora llega al Gaumont este retrato sobre Haroldo Conti.

La historia del proyecto es casi tan interesante como la del propio creador (y militante del ERP/PRT) desaparecido durante la última dictadura militar (fue secuestrado en mayo de 1976).

En 1975, un joven director y foógrafo llamado Roberto Cuervo se encontraba filmando un "retrato humano" de Conti. Con la tensión propia del terrorismo de Estado y la posterior desaparición del escritor, la película quedó inconclusa y, en 1979, Cuervo falleció. Su esposa, Cristina Pannunzio, escondió las latas de 16 milímetros y los cassettes con 9 horas de entrevistas en un armario y, casi tres décadas más tarde, fue su hijo Andrés -que tenía apenas 10 meses cuando su padre murió- quien desempolvó el material y decidió completar -a su manera, claro- aquel retrato humano y tan postergado.

El resultado de estos 64 minutos es, por supuesto, muy emotivo e interesante, aunque también queda la sensación de que daba para un acercamiento más profundo, ya que las distintas facetas de Conti (sus contradicciones y dudas en la tarea literaria, su mirada del mundo, su militancia, su amor por el Delta y por su Chacabuco natal quedan expuestos de una manera algo superficial).

Cuervo combina imágenes (y, sobre todo, la voz) de Conti que había conseguido su padre y a eso le suma desde un contrapunto entre Marta Lynch y Eduardo Galeano opinando en pleno 1975 sobre la obra del autor de Sudeste, Alrededor de la jaula, En vida y Mascaró, el cazador americano hasta ficcionalizaciones o largas tomas de pasillos con imágenes en sepia, y animación stop-motion que el propio director aseguró están inspiradas en el trabajo del gran Jan Svankmajer. El patchwork es vistoso, sentido, delicado y atrapante en su mayor parte, pero -reitero- queda la impresión (casi la certeza) de que la fascinante, inasible, compleja y multifacética figura de Conti permitía un film todavía más sólido, potente y contundente. Será cuestión de que alguien retome la senda que los dos Cuervo (Roberto y Andrés) transitaron juntos y a la distancia con muchos más logros que carencias.