El reino de los monos

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

Cuento de hadas en el reino animal.

Los estudios Disney tienen una larga tradición de presentar a los animales con rasgos humanos, fieles compañeros del héroe o el villano, cómicos al paso en historias que a veces pueden tornarse demasiado oscuras para el público infantil. En este caso, esa tendencia antropomórfica se aplica a una nueva entrega de la serie de documentales que antes mostraron aspectos inéditos de los felinos de África o los chimpancés. Aquí los protagonistas son un grupo de monos de Sri Lanka, una sociedad estratificada y con jerarquías tan marcadas y aparentemente inamovibles que en un principio la didáctica explicación del entramado social selvático deja poco lugar para las historias de superación y triunfo que tan bien le funcionan a este tipo de producciones, apuntados al público familiar y especialmente infantil. Sin embargo, luego de presentar a los integrantes del grupo, el líder Raja y las tres soberanas todopoderosas, el film se esfuerza por encontrar a su Cenicienta. Y allí está ella, Maya, inteligente, habilidosa para sobrevivir aun en las peores circunstancias y con un peinado de lo más moderno.

Cada día en la vida de la protagonista es una lucha por conseguir alimento, por seguir las reglas de la realeza y soportar lo que la película presenta como sus abusos, una peculiar manera de representar los modos de la naturaleza que se supone que esta serie de documentales celebra. Sin embargo, hasta la más humilde de los simios tendrá su momento de solaz. Como si se tratara de un cuento de hadas entre monzones y peligrosos depredadores, a Maya le llega su príncipe azul, Kumar. Claro que el cortejo no será sencillo, como describe en detalle el recargado relato en off. Una constante catarata de explicaciones y bromas que las bellas imágenes no necesitaban. Especialmente en pasajes bellamente evocativos como el día del vuelo de las polillas, que suena muy prosaico y, sin embargo, resulta en uno de los momentos más poéticos de una película que los esquiva a favor de cierto humor zumbón que en la versión en inglés (con subtítulos) ni la voz de Tina Fey consigue rescatar.