El regalo

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Atractiva combinación de maldad y tensión

Un debut como realizador de un actor australiano, Joel Edgerton, que desde hace más de una década viene subiendo en importancia en Hollywood: recientemente con roles importantes en El gran Gatsby y Dioses y reyes, y en quince días lo veremos en Pacto criminal junto a Johnny Depp. Un thriller incómodo, basado en relaciones -de pareja, de amistad o de su imposibilidad-; uno de esos en los que todo se enrarece, todo se pudre de a poco, como mediante el fenómeno de la capilaridad: verticalmente, las circunstancias y las relaciones se van envenenando.

Un punto de partida simple y claro: la llegada a California de una pareja para un "nuevo comienzo", él con nuevo trabajo, ella en la búsqueda de quedar -otra vez- embarazada. Y, casualmente, él se cruza con un ex compañero de colegio. Ese encuentro motiva otros acercamientos unilaterales, y esta pareja de clase acomodada deberá lidiar con los modos sociales del tercero. En ese sentido la película, también guionada por Edgerton, es de una construcción sutil, dispuesta en capas tenues que se van acumulando con precisión, con observaciones precisas, quirúrgicas, en una extraña y muy atractiva combinación de maldad y compasión. Claro, no todo es lo que parece o, mejor dicho y como en Nueve reinas, las tintas parecen cargarse narrativamente de un lado, pero ese lado quizá no sea todo lo que parece.

Una vez más, contar el argumento no viene al caso, pero sí es justo decir que Edgerton hizo una ópera prima con temas riesgosos -adelantarlos es revelar lo que la película dispone sabiamente- y que arma una incomodidad tensionante con amplia mayoría de recursos nobles y con tanta limpidez narrativa que casi se diluyen ciertos truquitos (algún sueño), o un final menos sutil que el resto de la película. Por su parte, el trío protagónico -el propio Edgerton más los siempre confiables Jason Bateman y Rebecca Hall- es de una perfección sobresaliente y sabe moverse en la frialdad que precede a las tormentas, en ese ambiente enrarecido que esta película comparte con Caché, de Michael Haneke.