El quinto poder

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

WikiLeaks para la generación Wikipedia

La historia de WikiLeaks -el famoso website que desveló decenas de casos de corrupción, abusos, masacres y mentiras de gobiernos y corporaciones- es apasionante. La enigmática, contradictoria personalidad de su fundador, Julian Assange, también. Sin embargo, más allá del notable esfuerzo artístico y de producción a la hora de intentar retratar las múltiples facetas y alcances de semejante fenómeno político y mediático, El quinto poder no es una gran película y se queda bastante lejos de la intensidad e importancia de los hechos que reconstruye y de los personajes que retrata.

El quinto poder va y viene en el tiempo, salta de una ciudad a otra, expone uno y otro caso (desde el vergonzoso accionar de Estados Unidos en Afganistán aniquilando civiles y periodistas, las matanzas en Kenia, los secretos de la poderosa banca suiza y así), pero no parece encontrar nunca el eje ni el tono (pendula entre la denuncia política y el drama íntimo, entre el thriller psicológico y el registro más documental, entre las internas del poder gubernamental y mediático, el romance y los celos más básicos).

Bill Condon impone al relato un ritmo frenético, hiperkinético, apelando a un patchwork estético y estilístico en apariencia moderno, pero en definitva bastante grasa (ay, esas escenas oníricas en la supuesta redacción de WikiLeaks), derivativo y obvio.

Las comparaciones casi inevitables son con las recientes Red Social (infinitamente superior a El quinto poder) y Jobs (tiene varios problemas similares). Ni siquiera un actor de moda como Benedict Cumberbatch puede hacer de su Assange un personaje que genere cierta fascinación, mientras que "la voz de la conciencia" está expuesta a través del personaje det Daniel Domscheit-Berg (Daniel Brühl), como un experto en informática y activista que fue hasta cirto punto el principal colaborador del despótico creador de WikiLeaks.

El uso de los flashbacks, de las escenas fantásticas, de los editados sobre los medios (como la secuencia de créditos iniciales con los hitos del periodismo) son bastante torpes y banales. Es como si el film sobre WikiLeaks fuese pensado para la generación Wikipedia, esos internautas que quieren todo explicado de manera fácil y didáctica para hacer copy y paste en sus trabajos prácticos estudiantiles. Un caso como este merecía (exigía) un tratamiento más amplio, profundo e inteligente y una película más sólida y contundente.