El primer hombre en la luna

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Con gran ansiedad se esperaba la nueva producción dirigida por Damien Chazelle, un realizador que pese a su corta edad supo mantenernos en vilo, tensos, suplicando un poco de comprensión al protagonista de “Wiplash”, y que también supo enamorarnos y desenamorarnos en aquella pequeña joya “La la land”.
Pero acá la historia es otra, de hecho toma la biografía de Neil Amstrong, aquel hombre que se animó a alunizar en “El primer hombre en la luna” (2018), una propuesta que roza con el formato televisivo de biopic y decide agregar elementos melodramáticos para potenciar elementos y construcciones narrativos.
En “El primer…” vemos como Ryan Gosling deja el piano y los autos para adentrarse en el particular comportamiento y relacionamiento del mundo de Amstrong, un hombre que supo desde su conocimiento astronáutico llevar a lugares impensados a Estados Unidos en materia de conquista espacial.
Con los rusos pisándole los talones, y una serie de infortunados eventos por explotar en su vida, Amstrong se mantuvo estoico ante los avatares que la vida lo iba enfrentando sin saber cómo terminaría todo, o sí, pero no explicitándolo en ese momento.
En el arranque una pérdida irreversible, una marca que hará mella en el hombre que pisó por primera vez la luna, y desde allí se configurará todo el relato, que si bien tiene como eje los avances y retrocesos en materia espacial, toma como principal motor impulsor los conflictos internos y externos de un hombre atravesado por el duelo y el recuerdo de un ser querido.
Hay, obviamente, relato sobre los mecanismos internos de la NASA y un entramado sobre la amistad y compañerismo entre los astronautas, pero, principalmente hay un interés de Chazelle por asentar la biografía de un hombre que hizo de su profesión un recurso único.
Clare Foley acompaña a Gosling, superando su mínimo desarrollo de personaje, imprimiéndole un tono entre abúlico y melancólico, entre ausente y perdido, ante los avatares de su marido y los golpes que la vida le asesta.
Chazelle se pone solemne, y aburre con un metraje extenso que podría haberse resuelto en un tiempo más breve y más dinámico.
Hay una lograda reconstrucción de época, con detalles cuidados hasta el máximo, pero no alcanzan para transmitir el verdadero espíritu con el que se vivía por ese entonces.
“El primer hombre en la luna” podría haber expresado correctamente los miedos y peligros de un momento en la historia en donde todo estaba por hacer y explorar, pero prefiere quedarse en la psicología de un hombre que desde la pérdida quiso superarse y superar, pero que terminó aceptando lo irreversible de la muerte, y, desde allí avanzar en la peligrosa tarea de ser un hito en la carrera astronómica.