El oso Yogi

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un ejemplar bastante perezoso

La versión para la pantalla grande del reconocido personaje animado sólo triunfa en el aspecto técnico, donde los actores y los personajes de animación conviven sin problemas en medio de una trama demasiado rutinaria.

El oso Yogi es una película netamente infantil y destinada a ese público. Que el mercado mundial hoy está dominado por films destinado a niños y adolescentes no es ningún secreto. Sin embargo, muchos cineastas han decidido hacer películas que antes sólo eran para niños y que hoy están armadas con varias capas que pueden ser disfrutadas tanto por pequeños como por adultos. El ejemplo de esto es claramente Pixar, que ya ha logrado que Up! y Toy Story 3 fueran nominadas al Oscar a mejor película y gozaran de una gran taquilla y a la vez de un notable prestigio. Pero esta nueva forma de tratar al cine infantil no alcanza a El oso Yogi. Por el contrario, se trata de una de esas películas infantiles que lo adultos antes sufrían mientras los niños podían disfrutar o no. Una cosa es un cine destinado al público infantil y otra muy distinta es hacer una película infantil, cinematográficamente infantil.
El famoso dibujo creado por Hanna-Barbera debutó en televisión en la década del ’50 para luego tener su propio show en los años siguientes. La versión para la pantalla grande del reconocido personaje animado sólo triunfa en el aspecto técnico, donde actores y personajes de animación conviven sin ningún problema, pero fracasa en prácticamente todo lo demás. Si ya el dibujo tenía serias limitaciones y repetía ideas sacadas de otros personajes, la película va mucho más allá y se lanza a una trama tan rutinaria que bordea la subestimación del espectador. Yogi pasará de atorrante a héroe ecologista, y la historia es todo lo remanida que puede ser.
La serie de Dr. Doolittle con Eddie Murphy tenía más gracias que este film, que por cierto le roba bastantes elementos. Y si bien es cierto que los niños pueden disfrutar de varios de los gags, la carencia artística de la película es tan notable que no causa simpatía ninguno de los chistes. Hacia el final, recién, un último personaje animado cobra protagonismo y le da todos los buenos chistes a la película, que no son muchos pero ayudan a sobrellevar los últimos minutos de esta breve pero eterna trama. Podríamos discutir la especie a la que pertenece Yogi, pero si los realizadores del film fueran osos, diríamos sin temor a equivocarnos que son osos perezosos.