El oso Yogi

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Los ositos cariñosos

Su humor y situaciones, algo básicas, son para chicos bien pequeños.

De los dibujitos animados que veíamos en la tele hasta aprenderlos casi de memoria, de tanto que lo repetían, El oso Yogui (que hasta ahora en nuestro país era con u , no como titulan al filme, que se leería Yoji ) era casi un prototipo del chanta porteño. Vago pero querendón, al estilo del Lagarto Juancho -que tenía al Sr. Horacio en el Zoológico como humano (ir)responsable; en el parque Jellystone es el guardabosque Smith-, era imposible que no nos cayera simpático.

Yogi, el oso pardo con camisa de cuello, corbatita y sombrero, que habla hasta por los codos y devora de un saque la comida de las canastas que roba a los visitantes al parque, tenía en el original de Hanna-Barbera una ingenuidad que en la actualidad mutó en parte. Lo escatológico (un poquito) gana en escena en la traslación animada, que comparte con personajes de carne y hueso. No escatimaron esfuerzos de producción: la voz de Yogi es la de Dan Aykroyd, y la de su inseparable y más prudente amiguito BuBú, de Justin Timberlake, pero eso en la versión en inglés, que aquí no se estrena.

La trama, que de alguna manera hay que llamarla y que permite que Yogi meta una y otra vez la pata, habla de la irresponsabilidad del alcalde, que como el Parque da pérdidas -se ve que el ecologismo y la vida al aire libre no atrae demasiado por la zona- decide venderle sus hectáreas a una empresa, que talará árboles y demás. El guardabosque hará lo imposible por recaudar fondos, armará una fiesta aniversario que saldrá espantosa, se enamorará de una documentalista y habrá que ver si se consigue preservar el parque.

La versión en 3D no aporta mucho a la tradicional en esta producción pensada para los chicos más pequeños, que no tienen la menor idea de que quién es Yogi, porque en los canales de cable no lo pasan, y la excusa de ser padre para llevarlos y compartir algún recuerdo es lo que nos lleva a comprar las entradas. Humor y situaciones bien básicas, que disfrutarán chicos de hasta 7 años.