El origen de los guardianes

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Felices sueños

Una especie de Liga de la justicia que cuida a los niños de los malos protagoniza el filme animado de DreamWorks, en 3D.

“Nuestra misión es proteger a los niños”, dicen una y otra vez los protagonistas de El origen de los guardianes 3D . Para que quede claro, ellos son Norte, El Conejo de Pascuas, El Hada de los dientes y Sandman. Y hay que explicarles a los chicos que acompañen a papás, abuelos, tíos o hermanos mayores que Norte es Papá Noel (¿será por problema de derechos que lo llaman así?), la que traía los huevos de Pascua para nosotros siempre fue la Coneja y no el Conejo (cambio de género), y al menos sí aclaran como un guiño que “en la división latina” de la búsqueda de los dientes dejados debajo de la almohada, trabaja el Ratón Pérez (en el Hemisferio Norte es el Hada). De Sandman, por estos lares, ni noticias.

Hechas las salvedades, a estos cuatro protectores de los sueños y las esperanzas infantiles se les suma Jack Frost, figura legendaria que en la tradición del Hemisferio Norte deja escarcha en las ventanas en invierno, un joven que apenas comienza la proyección descubrimos que es como un fantasma (murió), y al que el Hombre de la luna decidió sumar al cuarteto de arriba para combatir el Mal, encarnado en Black Pitch. Algo así como el monstruo que espera escondido debajo de la cama de los niños para que sus sueños se conviertan en pesadillas.

La película animada de los estudios DreamWorks apela al miedo, al susto como fondo, igual que en las recientes Paranormal , Hotel Transylvania o hasta Frankenweenie , para hablar de valores más puros como la solidaridad y el valor propio. Y el sacar de adentro de uno mismo el coraje, la valentía y el espíritu necesarios para enfrentar un mundo cada vez más hostil y menos solidario.

No tiene sentido detallar más aspectos de la trama. Sí adelantar que tanto la casa en el Polo Norte de Noel, la madriguera del Conejo y el Palacio de los dientes tienen lo suyo, igual que el trineo de un Papá Noel con los brazos tatuados y que tiene, ejem, dos espadas en sus manos.

Basado en una serie de libros juveniles de William Joyce, es un nuevo giro a la eterna lucha entre el Mal (encarnado por Pitch, que gobernaba en la época de la Edad oscura) y el Bien, con los guardianes que reemplazan su miedo y oscuridad con luz, dándoles esperanzas a los chicos. Pitch dice que “ya es el turno de que el mundo los olvide” y quiere volver a reinar. Pero si nos sacan la esperanza, ¿qué nos queda?

Lo mejor de esta opera prima de Peter Ramsey es la animación en sí misma, que demuestra que DreamWorks está cada vez más cerca de Pixar, y la banda de sonido de Alexandre Desplat.

¿Sabían que los dientes guardan las memorias más importantes de nuestra infancia? Todos los días se aprende algo nuevo.