El nuevísimo testamento

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Notable dosis imaginativa de un director que nos visita en ocasión del estreno de su cuarto largometraje

La presencia del director Jaco Van Dormael, en ocasión del estreno de “El nuevísimo testamento” (“Le tout nouveau testament”) y la oportunidad para este cronista de presentarlo en ocasión de la avant-premiere del martes 6 de diciembre me permite señalar su calidad humana y profundo sentido del humor.

Los primeros minutos del film poseen una dosis de imaginación abrumadora cuando Dios (Benoit Poelvoorde), que habita insólitamente en Bélgica y se revela un ser despreciable, empieza su labor de creador. Imagina al hombre como diversos animales: jirafa, gallina, tigre, avestruz hasta que finalmente decide crearlo a “su imagen”. Su esposa (Yolande Moreau) nunca protesta pero es capaz de hacer milagros.

Pero es su hija Ea (notable Pili Groyne) de apenas diez años quien, consciente de que su padre es odioso y un cabrón (salaud en francés), decide vengarse. Y para ello concibe un plan consistente en hacerle perder credibilidad. Dios se comunica por internet y ella envía un mensaje a toda la humanidad haciéndole saber a cada ser humano el número exacto de días que le quedan de vida.

El título del film alude a la idea que tiene Ea de aumentar el número de apóstoles de doce a dieciocho de manera de poder escribir un “nuevo Nuevo Testamento”.

Escapa de su casa a través del lavarropas y de ahí en más será perseguida por Dios, mientras va incorporando cada uno de los seis apóstoles adicionales. Todos seres muy particulares entre los cuales habrá una mujer (Catherine Déneuve) que abandona a su marido por un gorila, un niño que quiere cambiar de sexo, un asesino, un obseso sexual, un linyera y una mujer que pierde un brazo.

La notable creatividad de Van Dormael arranca desde su primer largometraje (“Toto le Héros”) que ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes de 1991 y que en Argentina se conoció algunos años más tarde como “La vida es una eterna ilusión”. Su segundo film “El octavo día” también participó en Cannes y muchos lo recuerdan porque en él actuaba junto a Daniel Auteuil el entonces joven Pascal Duquenne, con síndrome Down pero con grandes cualidades actorales. Lo notable es que ha participado en los cuatro films del realizador belga, quien señala que es un gran actor. Se lo ve brevemente en la película ahora estrenada.

A destacar también la maravillosa banda sonora que incluye nuevamente una obra de Charles Trenet (“La mer”) y en varias oportunidades “El carnaval de los animales” que más de una persona reconocerá como la música con que se abren las películas del Festival de Cannes.