El navegante solitario

Crítica de Guillermo Colantonio - CineramaPlus+

Hace unos meses por cuestiones laborales asistí con un contingente de alumnos y alumnas al Museo Naval de la Nación. No es un campo que me atraiga, pero se trataba de una salida didáctica programada en el contexto de un viaje de estudio. Más allá de las expectativas, la experiencia fue muy satisfactoria gracias a la pasión contagiada por uno de los guías. Su nombre es Andrés Rodríguez, la predisposición y el entusiasmo para narrar las historias detrás de cada pieza son notorias, tanto que generó una especie de fascinación compartida por quienes tuvimos el privilegio de escucharlo. Casualmente (o no tanto) me vuelvo a encontrar con Andrés a través de El navegante solitario, el documental que Rodolfo Petriz consagra a la figura de Vito Dumas, dado que es una de las tantas voces que prestan testimonio sobre la proeza de este aventurero nacido en Palermo en 1900 cuyos viajes se transformaron en parte gigante de la historia de la navegación mundial. Reiterar la información sobre Dumas en esta reseña sería un sacrilegio que empañaría la impecable labor expositiva de la película. En todo caso, conviene destacar algunas consideraciones sobre esta clase de proyectos.

Pensaba a propósito de la relación guía y documental. Argentina es un país donde se generan muchas producciones audiovisuales sobre temas importantes, algunos más atractivos que otros, donde las carencias de valor cinematográfico pretenden ser eclipsadas por nobles intenciones o motivaciones éticas. Incluso, cuando la urgencia se impone, ciertos casos no trascienden el status de una presentación didáctica multimedia. El navegante solitario, en la mayor parte de su duración, sortea con buena fortuna los obstáculos, principalmente porque dispone bien los materiales con los que cuenta (archivos, medios periodísticos, fotos, libros, animaciones y testimonios) y porque hace valer la materia fascinante que le sirve de base. Más allá de reparos que se puedan tejer en torno al uso recurrente de la voz en off y a una dramatización tal vez innecesaria, la virtud primordial es que se convierte en un documental guía en su mejor acepción, la de transmitir una pasión. La historia de Vito Dumas mal contada podría convertirse en una vulgar variación de la supervivencia del más apto. Contrariamente, Petriz le otorga la complejidad necesaria para trazar una figura con múltiples matices sin desdeñar el lógico heroísmo.

El comienzo destaca el valor mnemónico, la materia significante de los recuerdos. Una fonola reproduce el disco de Odeón con la inscripción del navegante. Es el primer eslabón de una cadena de objetos cuyo punto culminante lo representa el famoso velero LEGH II. Y detrás de cada uno hay una historia, un relato, versiones. Ocupar la embarcación, sentir los recovecos, es parte del contagio que logra propagar el documental y que pone al espectador en un lugar de revelación: solo puede entenderse la hazaña de Dumas en el marco de la pasión desmesurada de aquellos que aman el mar y la navegación. “Veinte años sin vernos, hermano” dice uno de los autores de un libro sobre Dumas que se reencuentra con el velero. “Significa mucho”, agrega.

No obstante, hay otras crónicas no menos interesantes que recorren paralelamente por la película y que involucran aspectos privados y políticos. Una de las aristas jugosas surge de cómo un hombre modesto de las Pampas fue capaz de romper con todos los moldes de la historia náutica, hechos que incomodó a las altas esferas de la sociedad, las mismas que no dudaron en derribar la imagen del héroe popular con falsas denigraciones. Una de ellas sostenía que Vito Dumas era “mufa”. Se trata de uno de los tantos modos de desprestigio aún vigentes. También a Diego Maradona el miedo y la envidia de los conservadores de formas le hacen saber su pertenencia social distinguida con el mismo rótulo. Dumas no solo soportó eso, sino que, además, cada vez que navegaba, al regresar encontraba una situación política diferente en el país. El corolario de esto es la relación con el peronismo y de qué forma despiadada lo trató más tarde la “Revolución Libertadora”. A todo lo anterior hay que añadirle las pequeñas anécdotas de la esfera privada, el relato de un amor trunco, y cómo el frenesí de la hazaña concluye en la tristeza de la destrucción.

Historias de proezas, historias de clase, historias de política y de héroes populares y nacionales. Historia de otra pasión argentina. Todo ello abraza este muy interesante documental sobre Vito Dumas, odiado en su momento por la Marina y elegido por la gente.

Por Guillermo Colantonio
@guillermocolant