El misterio de Soho

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Anya Taylor-Joy, abusada en El misterio de Soho

La actriz de “Gambito de dama” es una aspirante a cantante en una Londres de los '60 de acosos en esta fantasía de horror.

¿Vieron cuando uno está viendo una película, disfrutándola, y de repente parece que le hubieran cambiado el rollo en el proyector? Sí, un viejazo en épocas de cine digital, pero es que lo que sucede en El misterio de Soho, con Anya Taylor-Joy es precisamente eso. Un misterio.

El director británico Edgar Wright (Baby: El aprendiz del crimen) comienza engolosinándonos -y engolosinándose él-. Los primeros minutos son de una belleza vintage, sesentista, nostalgiosa y naive.

La película parece construida a gusto de los amantes de las películas de Marvel Studios -o aquéllos que entendieron de un saque Loki, por ejemplo-, porque hay saltos en el tiempo constantes.

Y no solo eso.

Acoso e incomodidad
Eloise (Thomasin McKenzie) es una estudiante de moda del interior -del interior de Inglaterra- que llega fascinada a Londres. Ya el taxista le dice cosas incómodas. Su compañera de cuarto de la residencia universitaria le hace bullying, por lo que decide mudarse.

El lugar no es precisamente acogedor. Pero como si se tratara de El inquilino, de Roman Polanski, Eloise acepta las reglas: no puede ingresar con hombres, le dice la señora que se lo alquila (el papel póstumo de Diana Rigg, de la serie Los vengadores en los ’60 a Game of Thrones).

¿Ya dije que Eloise tiene una fijación con los años ’60? Porque, desde algún lugar, de alguna manera, se encuentra transportada en el tiempo hacia la Londres de esa época, y se confunde (ella misma, y con eso al espectador que no sigue los cánones de Marvel) con la aspirante a cantante Sandie (Anya Taylor-Joy).

Y Sandie no la pasa(ba) bien en su meteórico ascenso. Su representante (Matt Smith) le pedía hacer cosas non sanctas.

¿Ya dije que Ellie tiene cierta inestabilidad emocional? Seguramente embebida como una esponja de lo que le sucedió a su madre, que como ella quería triunfar en el mundo de la moda en Londres y terminó suicidándose.

La fantasía, o mejor dicho, la pesadilla, que Eloise comienza a vivir está al principio bien retratada en el aspecto visual. Cuando todo comience a enredarse, el director de fotografía Chung Chung-hoon (que iluminóIt, de Andy Muschietti) se apropiará de la paleta de colores.

En el cocktail que incluye la ingenuidad de Eloise, en el que digamos es el presente, con lo más oscuro que, supongamos, ocurriría en el pasado, hay una inestabilidad. Un desequilibrio.

Y el problema es que, cuando Wright cambia de registro, y vira hacia el género del horror, no infunde miedo.

Es raro.

Tanto como que al frente del elenco estén Thomasin McKenzie (la joven de Jojo Rabbit, la veremos pronto en El poder del perro, que irá al Festival de Mar del Plata y luego estrenará Netflix), la cuasi argentina Anya Taylor-Joy y Matt Smith, Felipe, el Duque de Edimburgo en The Crown. Mucho talento un poquito desperdiciado.