El mismo río

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

UNA OLA ES UNA OLA

Alejandro Fernández Mouján es uno de los documentalistas más reputados del cine argentino, con una obra que imbrica tanto aspectos formales como una posición política bien clara. Y ambos aspectos se vinculan en (…) el mismo río, su nuevo documental, donde registra a lo largo de tres años la vida a la vera del Río de la Plata. Se podría decir que es una película observacional, aunque lo suyo es más contemplativo: mayoría de planos fijos que observan las olas que vienen y van, el arrastre de ramas, bosques, follaje, árboles. Todo con un trabajo fotográfico encomiable y un uso del sonido que potencia la experiencia contemplativa apuntando a lo sensorial.

Así como esos paréntesis del título que encierran puntos suspensivos, Fernández Mouján abre y cierra el documental con un par de apuntes políticos: en primera instancia el anuncio de la muerte de Fidel Castro y, hacia el final, una protesta campesina contra el gobierno boliviano de Jeanine Áñez. Los puntos suspensivos, por lo tanto, representan a esa naturaleza que el director registra con especial deleite y que encierra entre las noticias que llegan desde el afuera. De ahí, una lectura posible sobre esa contemplación: un remanso, un alejarse de la realidad cuando ofrece una cara pesarosa. La naturaleza también en contacto con las ideas, con ese tiempo para la lectura y la revelación de algún texto de Haroldo Conti, o como metáfora con esos juncos que se doblan pero no se rompen.

Como decíamos, son lecturas, posibilidades, de un relato que impone un poco a la fuerza sus analogías, entre referencias bibliográficas o la propia intrusión de los noticieros que aparecen subrepticiamente. Tal vez la película busque un significado, o el significado se alcance a partir de la simple ecuación de sumar el nombre de su director con algunos elementos que aparecen diseminados por allí, tanto adentro como afuera del relato. Daría la impresión también que (…) el mismo río es una idea que se podría haber expresado mejor en un mediometraje que en una película de 67 minutos, donde algunas imágenes comienzan a repetirse invariablemente, y con ello su posible metáfora. Al final una ola termina siendo ninguna otra cosa más que una ola.