El método Tangalanga

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El humor del Doctor Tangalanga, ese personaje de barba y bigotes falsos, con gorrita y anteojos, que hizo de las bromas telefónicas algo así como un mojón en la comicidad argentina, tiene una nueva aproximación en el cine. El Método Tangalanga, con Martín Piroyansky, no toma al personaje en su apogeo, sino que prefiere abordarlo en sus inicios, contando cómo surgió.

Para aquellos que no sepan quién fue Tangalanga y en qué consistía su humor, Julio Victorio De Rissio tomaba un teléfono (de línea), discaba un número y cuando lo atendían demostraba interés en algo en particular, parecía una persona seria, pero poco a poco la charla -que se convertiría casi en un monólogo- derivaba en una joda telefónica. Tangalanga improvisaba y podía llegar hasta la escatología.

Como decíamos, la película de Mateo Bendesky, director de Acá adentro y Los miembros de la familia, ubica sus acciones en una lejana Buenos Aires, por 1962. En vez de Julio, el personaje se llama Jorge y es un tipo sumamente tímido, que trabaja en una empresa que comercializa jabones.

Tiene un entrañable amigo, Sixto (Alan Sabbagh), que es su compañero de trabajo, y tiene algunos problemas con su falta de resolución. Si algo no es Jorge es un tipo audaz. Por un lado, tiene pánico escénico y no puede hablar en público. Por eso mismo, acercarse a entablar una conversación con una mujer es otra tarea imposible.

Pero cuando Sixto termina hospitalizado, a Jorge le toca ponerse al frente de una reunión con potenciales compradores de jabones. Por supuesto que todo sale pésimo.

Y por esas casualidades de la vida, Jorge termina en una charla de un mentalista español (lo interpreta Silvio Soldán, otro de los hallazgos del casting de la película), quien logra lo impensado. A través de una suerte de hipnosis, con el tintineo de una copa Jorge se transforma en otro. Locuaz, impertinente, extrovertido.

Y no va que, al ir a visitar a Sixto al sanatorio, se cruza con la recepcionista (Julieta Zylberberg), de quien queda completamente enamorado. Que Clara tenga un affaire con uno de los directores del lugar (Rafael Ferro) da pie para que las complicaciones se sumen en la vida del protagonista.

Como si fuera Jekyll & Hyde
Así es que Jorge se transforma en Tangalanga, como si fuera Jekyll & Hyde. Nadie sabe que quien hace esas bromas pesadas es él, lo que permite al filme desmarcarse por momentos de la comedia romántica y centrarse en la de equívocos y múltiples situaciones de enredo.

El director, al centrarse en la década del '60, también apela a una estética que contrasta con el tipo de humor insolente, zafado, de Jorge /Tangalanga.

El Método Tangalanga es una comedia de ésas que logran sacar carcajadas, en cuyo elenco también se destaca Luis Machín, como el jefe de la empresa de jabones.