Él me nombró Malala

Crítica de Rolando Gallego - Lúdico y memorioso

Creer y Soñar

Mucho se ha escrito y dicho sobre Malala Yousafzai, la joven que desde su lugar pudo alzarse en Pakistán contra aquellos que le imposibilitaban el acceso a la educación.

Junto con su padre logró que miles de mujeres y niñas en el mundo se sumaran a su pedido de manera pacífica y voluntaria.

Pero claro está que no le sería fácil avanzar en sus reclamos sin que los movimientos asociados al gobierno tomen partido y decidan atentar contra la vida de ella y sus amigas.

Pero Malala puso superar esta situación, y pese a encontrarse en el exilio, pudo continuar con la lucha que inició de pequeña y que la llevó a recibir el Premio Nobel de la Paz en 2014 y ser considerada como una de las personas más influyentes del mundo.

"El me nombro Malala" (2015) de Davis Guggenheim ("Esperando a Superman", "Una verdad incómoda") recorre la historia de Malala a partir de la adaptación del libro de la joven de una manera líneal.

La película posee varios momentos diferenciales, presentación, nudo, desenlace, que evitan focalizar aspectos más generales de la situación política y social de Pakistán fuera de aquello que habla Malala y familia, potenciando la corrección política y la limpieza en la narración.

Hay momentos en los que se vuela un poco, quizás cuando las animaciones de Jason Carpenter buscan relajar el tenso relato en primera persona de la joven.

Pero esto no logra despegar la inevitable exposición a hechos conocidos y que solo suma algún dato de color a partir del testimonio de los hermanos de Malala o cuando ésta disfruta, como joven que es, de algun dibujo animado en su tablet o cuando muestra, risueña, algunas notas bajas en la actualidad.

"El me nombro Malala" funciona principalmente en aquellos que no conocían nada de esta joven que con la fuerza de su palabra y a pesar de sufrir en carne propia la dureza del régimen talibán, pudo sobreponerse para reivindicar su condición de mujer y sus anhelos de estudiar.

PUNTAJE: 6/10