El mal ajeno

Crítica de Natalia Trzenko - La Nación

El film cruza el melodrama con una trama de suspenso y elementos sobrenaturales

"No mires, haz tu trabajo, pero no mires." La recomendación se la hace el doctor Diego Sanz (Eduardo Noriega) a su joven aprendiz, que se niega a seguir los pasos de su mentor, un reconocido médico que nunca se involucra personalmente con sus pacientes. Tanta frialdad se explica, en principio, porque el profesional trabaja con enfermos terminales a los que, pastillas mediante, les alivia algo del dolor físico que sienten. De las dolencias emocionales el doctor no se ocupa. Ni siquiera de las propias.

Rodeado de tanta tragedia, el hombre no se decide a terminar con un matrimonio que ya no funciona y no consigue establecer una buena relación con su hija adolescente, rebelde de manual que la bellísima Clara Lago interpreta con torpeza. Su actuación es, sin embargo, la única nota de color de un film frío, tanto en su tono dramático como visual.

Con escenas que transcurren casi en su totalidad entre quirófanos, salas de espera y habitaciones de hospital, la fotografía de Josu Incháustegui acompaña y eleva la calidad de un relato que mezcla géneros y no se decide por ninguno.

El director debutante Oskar Santos parece haber tomado algunas lecciones con su productor, Alejandro Amenábar, experto en crear suspenso que bordea el terror y los sobrenatural. En los pasajes donde la película transita esos géneros, el interés crece, sin embargo decae cuando se aleja de ellos para acercarse al melodrama familiar y romántico.

Mientras el personaje de Eduardo Noriega -que lo interpreta con contención y emoción- intenta mantener su insensibilidad ante lo que lo rodea, el mundo conspira contra él. Luego de que una de sus pacientes intenta suicidarse, la vida del buen doctor comenzará a desmoronarse. La muerte seguirá rodeándolo, pero ya no se acomodará a las explicaciones de la medicina que siempre practicó. En ese contexto conocerá a Isabel, la mujer quebrada emocionalmente que Belén Rueda interpreta con su destreza, aunque el guión no le dé demasiado material para trabajar.