El líder

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Liam Neeson comanda un grupo de accidentados en una desolada Alaska.

Para aquellos que sienten ternura hacia los animales, salvajes o no, El líder no es la película que querrán ver. Para aquellos a quienes les gustan las películas en que los protagonistas sacan valor, coraje y entereza aún en las condiciones menos promisorias, El líder es el non plus ultra . Es como ganar un partido de tenis estando 0-6, 0-5 y 0-40... Esto es: revertiendo absolutamente todo.

John Ottway es un cazador nato. Trabaja en Alaska, cuidando que los lobos no ataquen a los operarios de una empresa buscadora de petróleo. Hombre de pocas palabras -mejor, porque cada vez que abra la boca será para poner en claro lo mal que están, y lo peor que estarán-, cuando el avión en el que regresa con los obreros ingrese en una tormenta y termine estrellándose en medio de la nada, todos sus conocimientos se pondrán a prueba.

La cuestión, claro, es sobrevivir. No sólo por el frío helado, la falta de alimentación, la seguridad de que nadie podrá rastrearlos. Es que los siete sobrevivientes -hay algunos más, pero mueren inmediatamente- están siendo acosados por una jauría de lobos. Ottway lo tiene claro. Sin llegar a dar un aclase de psicología animal, si no abandonan los restos del avión, se los van a devorar.

El título original - The Grey - hace referencia al rebaño (humano) del que se hace autocargo Ottway -de ahí El líder -. El tipo es como un guía espiritual en medio de la catástrofe, aunque más de uno se le rebele. Y entre tanto blanco que los rodea, ojitos que brillan en la oscuridad acechando, aullidos y dentaduras que meten miedo, mejor seguir a uno que dice saber lo que hace.

Sin ser un tratado sobre la democracia, El líder plantea cuestiones inherentes a una estructura de poder, y también a la solidaridad. Todos sabemos que los siete no van a llegar con vida al final de la película. Pasó siempre, con La aventura del Poseidón y R escatando al soldado Ryan en el medio.

El director Joe Carnahan venía de Brigada A , otra película grupal, pero en tono de comedia. Bien no le había ido, y eso que el tagline era No hay Plan B . Bueno, aquí tampoco lo hay, con Liam Neeson fantaseando entre el suicidio y la esposa que lo dejó, y los lobos que se reproducen como gremlins. La película está llena de agujeros negros de ésos que, si uno se pone exigente, lo vuelven incrédulo.

Y, si no le tienen fe..