El Legado

Crítica de Samantha Schuster - Cinéfilo Serial

Luego de 15 años de no volver a la Argentina, Rodrigo llega de Madrid para el funeral de su padre, Jorge Demirjian, un renombrado pintor. No solo deberá transitar el duelo junto a su familia, sino también gestionar las más de 2.000 obras que ha dejado en un viejo taller.

«El Legado» es un documental realizado por el propio protagonista como una especie de catarsis o una manera más amena de poder afrontar esta situación tan difícil. A través de conversaciones con su hermana, su madre y otros involucrados repasan un poco lo que fue la vida personal y profesional de Jorge a medida que van poniendo el taller en orden y recuperando algunas de sus obras. Es así como nos enteramos de sus intereses, de su enfermedad y su amor por el arte en cada una de sus formas que también le fue inculcando a sus hijos.

Además, esto se mezcla con audios de llamadas telefónicas antiguas entre el director y su padre con conversaciones de todo tipo. Las mismas están acompañadas por una pantalla en blanco o imágenes en blanco y negro a modo de ilustración, para concentrarse únicamente en la voz de los protagonistas y sus diálogos.

Durante la hora y media del documental no solo tenemos un acercamiento a la vida de Jorge Demirjian, sino que también se ahonda sobre la paternidad; es algo que le interesa y lo interpela al director. Reflexiona sobre su vínculo con su padre como también acerca de su propio deseo o no de tener hijos y desempeñarse en un nuevo rol.

Existen algunos momentos conmovedores, sobre todo en los que participa la madre del director, donde se nota el dolor, la nostalgia del pasado y el deseo de escapar de una situación dura. Pero también hay instantes para el humor y el repaso de anécdotas graciosas o divertidas, haciendo que el documental sea bastante ameno y llevadero.

En síntesis, «El Legado» es de esas historias particulares que sirven a modo de reflexión sobre temas universales como la paternidad y los vínculos familiares. Una obra que muestra cómo el cine y el arte en general pueden ser un catalizador y una manera de transitar momentos de duelo.