El juego del miedo 6

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

No sos vos, soy yo

Admito que ya no sé qué escribir, ni cómo encarar una crítica sobre esta franquicia de terror extremo. Si tomármela en serio, en broma, si indignarme, si tratar de encontrarle aciertos técnicos, si compararla con las anteriores... ¿Tiene sentido? ¿A alguien le interesa que se analice la saga de El juego del miedo, o la de Hostel, o todo ese subgénero de violencia extrema ligado al auge de las snuff-movies? Peor aún ¿Es esto cine o apenas un mero espectáculo de sadomasoquismo? El debate tiene sentido en función de que, por ejemplo, el estreno en España debió suspenderse, ya que la película fue calificada como X, es decir, sólo apta para salas de exhibición condicionada (pornos, bah). O sea, ¿es El juego del miedo VI sólo pornografía de la violencia?

Las mismas dudas me acecharon cuando tuve que escribir sobre las anteriores (creo que vi todas menos una), no puedo creer cuando leo en un sitio colega que el "crítico" la elogia diciendo que es poco menos que una obra maestra y -con conocimiento de causa, es cierto- compara detalles, personajes y subtramas de las seis películas. Yo, más allá del personaje de John Kramer/Jigsaw (que está muerto, pero "reaparece" vía flashbacks y alucinaciones a todo momento), no tengo interés ni capacidad para recordar ningún otro detalle. No me interesa en absoluto si un personaje murió descuartizado en la segunda parte, si tal otro se salvó pero perdió un brazo en la tercera o si un detective corrupto participó o no en la cuarta. Les dejo todo esto a los fans de esta serie de atrocidades / torturas / autoflagelaciones / festival de vísceras, etc.

Si alguien quiere saber de qué va esta sexta parte (que, creo, es algo mejor que las dos anteriores, ya que al menos tiene una narración más sólida), les cuento que continúa la cacería moralista de Jigsaw (con la ayuda de su viuda y de un policía) contra un ejecutivo de una corporación de seguros médicos cuya función es dictaminar a quién se cubre o no en el tratamiento de un cáncer u otra enfermedad terminal (o sea que, como Jigsaw, decide quién vive y quién muere), pero también contra adictos a las drogas, fumadores, periodistas sensacionalistas y seres corruptos.

Que los elementos de tortura y las pruebas a las que son sometidas las víctimas son ingeniosas, que el film tiene tensión y suspenso... Puede ser. Pero cualquiera de estos hallazgos son para mí menores, insignificantes en comparación con la acumulación de excesos a los que me enfrente la película. Como no tengo alma masoquista (ni sádica), no puedo recomendarle entonces a nadie que se someta a una experiencia semejante a la que yo padecí.