El informante

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

¿HÉROE O TRAIDOR?

Guionista y director (también periodista y cronista de guerra), Peter Landesman tiene una obsesión con la historia de su país, especialmente con episodios del pasado que quebraron de alguna manera la moral norteamericana y terminaron con la inocencia de un pueblo demasiado crédulo de la bondad de sus instituciones. En Parkland abordó el asesinato de JFK y ahora se mete con el caso Watergate a partir de un registro minucioso de las horas, los días y los meses en los cuales el segundo del FBI, Mark Felt, decidió pasarse al bando de los “buchones” y revelar a los periodistas del The Washington Post la maniobra con la que la administración de Richard Nixon espió a sus contrincantes del partido Demócrata. Felt fue aquel informante conocido como “Garganta Profunda” durante tres décadas, y quien deschavó su identidad hace unos años, poco antes de morir. El informante, entonces, es el registro de ese proceso en el cual el personaje toma conciencia y decide a revelar información confidencial a la prensa.

Si algo interesante tiene el cine de Landesman a veces es que elude el exhibicionismo y la estridencia premiable de todo biopic, para centrarse de manera casi obsesiva en lo más intrínseco de la historia. Esto, claro, muchas veces en detrimento del que no tiene demasiada información sobre el hecho en sí: sus películas, construidas en base a una tensión leve y constante que rescinde de tiempos muertos, parecen pensadas exclusivamente para gente que conoce los temas o al menos tiene un grado de curiosidad apreciable, ya que elude la explicación de elementos indispensables. Claramente El informante no es una película que despertará pasiones, y ni tampoco es que lo esté buscando. Todo esto, que el film comparte con Parkland y no tanto con La verdad oculta (anterior film del director que sí tiene como lazo común con El informante el hecho del individuo que decide enfrentarse al sistema, aunque aquí desde las sombras), es una muestra de un cine algo demodé y más clásico en sus procederes.

Lo mejor de El informante es precisamente eso, su rigor a la hora de abordar el tema, lejos del espectáculo y la declamación más hollywoodense. Como una suerte de sub Michael Mann, Landesman avanza aportándonos la información básica y obligándonos a seguir el recorrido de su personaje, y lo traza casi exclusivamente desde su vínculo con el trabajo. Liam Neeson, como Felt, compone a un tipo que adivinamos algo obsesivo, distante emocionalmente para sus seres queridos, que ha hecho de su cuerpo y su oficio casi un edificio: este Felt, cuando se siente traicionado por las instituciones que él mismo abrazó durante años, decide bombardear el sistema desde adentro. Y Neeson se luce, construyendo una suerte de enigma. Si bien está clara un poco la frustración del personaje, no son del todo descifrables sus motivaciones. Y eso es muy saludable en el contexto de una película que elude la obviedad del retrato histórico más convencional.

Claro está que la operación estética de Landesman requiere un sacrificio para el propio relato. Porque lejos de las emociones que contagiaba un film con similares intenciones y características como En primera plana, aquí esa falta de giros dramáticos ostensibles impide un poco el acercamiento del espectador a la historia y la vuelve distante. O, en todo caso, un espectador informado en relación al tema no deja de ver una suerte de relato lineal que va puntuando cada uno de los episodios detrás de una trama bastante difundida. El gran error del film es, tal vez, no poder ir más allá del retrato de Felt y el vínculo con su trabajo, y cuando avanza en otras direcciones del personaje, como su vida personal y el vínculo con una hija que se fue del hogar, se vuelve demasiado críptico o siquiera logra hacer de eso algo que funcione con la trama principal o la complete. El interés en El informante se sostiene gracias a una tensión leve, de thriller a medio tiempo, y a una unidad sonora que construye un clima de pesadez y sombras constante, como en los relatos de espionaje a lo John le Carré; un cine de espionaje más en el campo administrativo que en el de la acción. El peso del personaje de Felt es tan fuerte, que en algún sentido la película hace física esa distancia y la incomodidad de un personaje al que no sabe mirar si como un héroe o como un traidor.