El infiltrado

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Como en todas las películas de espías o de "topos", en El infiltrado también están reunidos los elementos obligatorios del subgénero. Allí está el agente encubierto que quiere salir, pero que vuelve al ruedo una y otra vez porque el objetivo último es agarrar al pez gordo. También están la misión imposible con consecuencias fatales y las complicaciones típicas de este tipo de historias, con sus personajes que matan a sangre fría, soplones soplados, traidores traicionados, sospechosos que sospechan.

La historia está basada en un caso real y está ambientada en la década de 1980 en Florida. En los Estados Unidos gobierna Ronald Reagan. El infiltrado es Robert Mazur, interpretado por el tardíamente reconocido actor Bryan Cranston (famoso por la serie Breaking Bad), quien trata de desbaratar el Cartel de Medellín, liderado por el temible Pablo Escobar. Ya se sabe, la mafia y el negocio del narcotráfico incluyen lavado de dinero y corrupción en todas las instituciones imaginables.

Es así que Mazur aprovecha para hacerse pasar por un experto en lavado de dinero para dar con Escobar y su banda. Lo acompaña Emir Abreu (John Leguizamo), el personaje que le pone la dosis de humor y locura a la historia. Mazur tiene un matrimonio feliz. Pero el trabajo siempre trae problemas.

Las cosas se complican aún más cuando a Robert le designan como compañera a Kathy Ertz (Diane Kruger), con quien se empieza a encariñar de a poco hasta hacer trastabillar su relación matrimonial. Es aquí donde el director Brad Furman (Apuesta máxima) pone en juego la moral de Robert.

La película reúne todos los requisitos del subgénero, respeta todos sus lugares comunes, pero el problema es lo que hace con con ellos o, mejor dicho, cómo lo hace. Por ejemplo, la trama nunca llega transmitir tensión, los momentos dramáticos se resuelven de manera poco dramática, los personajes están envueltos en situaciones peligrosas pero nunca llegan generar sensación de peligro. La construcción del suspenso está a años luz de la de los grandes exponentes del género, como Scarface, Los infiltrados, Los intocables, Donnie Brasco, Miami Vice, entre otros.

El infiltrado es un thriller tibio con grandes actores secundarios, que respeta mecánicamente las vueltas de tuerca propias del subgénero. Todo está tratado con liviandad y la trama se mantiene en un mismo nivel, sin levantar vuelo en ningún momento.