El huevo del dinosaurio

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Josefina Recio dirige un documental sobre un grupo de artistas con discapacidad intelectual fundado por su madre.
Los Chopen es un grupo de artistas con discapacidad intelectual que funciona desde 2007 en Bahía Blanca. El taller lo crea la madre de Josefina Recio, directora de este documental. Una mujer artista que deja de pintar cuando observa lo que sus alumnos son capaces de hacer, asombrada por esas obras que desbordan color y creatividad a través de lo intuitivo.

A través de un paseo por estas obras y estos procesos de creación, Recio también se permite hacer foco en unos pocos personajes. Observarlos en su cotidianidad, escucharlos conversar sobre sus inquietudes. “Yo quiero saber por qué nací con síndrome de down”, pregunta una chica, por ejemplo. O relatan cómo conocieron a su actual pareja. Aunque quizás el momento de mayor emotividad se encuentre en una escena con su tía y su hija, a la que le pide que la pinte como si ella fuese un cuadro.

También, como una especie de nexo visual, hay escenas armadas con personajes utilizando cabezas gigantes pintadas (algo así como versiones de Frank de Lenny Abrahamson artesanales). Escenas lúdicas que apuestan a lo expresivo sin necesidad de palabras. Esto le imprime un toque creativo y original a una película que podría haber apostado por algún golpe bajo o lugar común, cosa que no hace.

Al final asistimos, como a una galería que se pasea frente a nosotros, a las obras que realizaron, pinturas muy distintas entre sí.

A la larga, en El huevo del dinosaurio predomina la postura observacional. Nos permite ser testigos, incluirnos en una pequeña parte de la vida de estas personas, su cotidianidad. Más allá de la relación personal de la directora con el tema, ella apenas aparece, lo hace su voz emitiendo unas pocas preguntas.