El hombre solitario

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Pollerudo viejo

Michael Douglas, obsesionado por las mujeres.

Hay que haber vivido en una cueva para, al ver a Michael Douglas en El hombre solitario , no emparentar la figura de Ben Kalmen, su personaje, con la vida del actor de Wall Street . No tanto porque el protagonista sea un estafador sino porque uno y otro tienen problemas con el sexo, el alcohol y tienen un rol decididamente ausentes con sus hijos, como es público y notorio con el hijo de Kirk Douglas.

Pero hasta allí conviene seguir con la similitudes, porque Ben es un inescrupuloso no solamente en los negocios: fue tapa de la revista Forbes , pero también apareció en las páginas del The New York Times por estafas en el negocio de la venta de automóviles. Y al borde de los 60 odia que el nieto le diga abuelo y que su hija lo llame padre. Se cree irresistiblemente seductor pero quienes lo conocen, por más que sean de la familia o algo así, lo tildan de “nefasto” o “nocivo” para las relaciones.

Los directores Brian Koppelman y David Levien no le han ahorrado cinismo, ni al personaje ni a su manera, desde la realización, de enfrentar a su criatura con quienes lo circundan. Ben ha sido infiel a su primera mujer (una Susan Sarandon siempre espléndida) y también a su segunda pareja (Mary- Louise Parker, de quien no puede decirse exactamente lo mismo), pero lo peor es su comportamiento con otras chicas jóvenes. Ben comienza la película en una visita a su médico, y seis años y medio después lo vemos casi en bancarrota, despilfarrando dinero y su propia vida.

Douglas asume el rol central del filme y está presente en todas y cada una de las escenas. No hay nadie que hable de otra cosa que de su personaje. Tamaña decisión asumida ya desde el guión no hace otra cosa que predisponer al espectador a focalizarse sólo en Ben. Desde la platea uno va construyendo quién es él, a partir de lo que observa en su comportamiento, pero también por lo que relatan quienes lo conocen.

¿Es posible ser amigo de un hombre como Ben? ¿Por qué todos lo abandonan y le dan la espalda? Y si es así, ¿por qué su amigo de la universidad, ahora detrás del mostrador de un bar –encarnado por Danny DeVito, amigo personal de Douglas- le tiene tanto aprecio… y paciencia? Todas cuestiones que se revelan en los últimos minutos de El hombre solitario , película plagada de referencias sexuales que al actor de Atracción fatal, Bajos instintos y Acoso sexual le venían mejor hace unas décadas que ahora.

El aporte que dan a Douglas desde los roles secundarios los mencionados Sarandon y DeVito, y los más jóvenes Jenna Fischer y Jesse Eisenberg son más que esenciales para sostener los 90 minutos de este drama con toques de humor sobre la necedad de un hombre, la necesidad de afecto sincero y, sí, la naturaleza humana.