El hombre que vendrá

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Ojos bien abiertos

Fuerte drama, en un pueblo italiano ocupado por nazis.

La Historia -así, con mayúscula- contada desde los ojos inocentes de una niña, o el clásico pinta tu aldea y pintarás el mundo: cualquiera de las frases sirven para explicar qué es lo que el habitualmente documentalista Fiorgio Diretti ha hecho en El hombre que vendrá , un fuerte drama que transcurre en un pequeño pueblo de provincias italiano ante la irrupción de los nazis a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque la película, nominada a un David Di Donatello, llega en formato DVD, hay imágenes que son ciertamente bellas al comienzo de la proyección. la aclaración es más que válida, ya que lo que se ve cercano al final dista -y mucho- como para poder utilizar la palabra belleza nuevamente.

Martina (la niña Greta Zuccheri Montanari) vive con sus padres, su abuela, sus tías y familia en una enorme casona en el campo. Corre el año 1943, son campesinos y la irrupción de las fuerzas alemanas desestabilizará la supervivencia familiar. Los partisanos están allí, pero llegado el momento de la barbarie, nadie estará a salvo, lleve o no un arma para defenderse.

El director estructuró el filme en dos partes bien definidas: la primera, en la que plantea cómo viven Martina -que no habla- y los suyos, determina las relaciones y se centra más que nada en la niña, cuyo mutismo tendrá su explicación bien avanzado el relato; y la segunda, ya con los soldados arrasando sin mirar a quién.

Tanto en una como en otra, Diretti decide que la cámara observe, como si no tomara posición, algo ciertamente discutible, porque mostrar cómo los casquillos de las balas bailotean en el aire sin encuadrar los asesinatos a sangre fría en sí, es tomar un punto de vista.

El hombre que vendrá , título también sugerente, conmueve y hace entrecerrar los ojos. Ante lo que parece incomprensible -como la maldad humana- a la razón siempre le cuesta distinguir, y Diretti -insistimos- parece sólo exponer una locura, a través de la mirada de una infante.

Las actuaciones de Maya Sansa (la madre de Martina, vista en La nodriza , Buongiorno, notte , ambas de Bellocchio) y la propia niña son los puntos más altos de este filme fuerte y polémico.