El hombre que conocía el infinito

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Conjeturas matemáticas

El Hombre que Conocía el Infinito (The Man Who knew Infinity, 2015) es la adaptación cinematográfica de la biografía del matemático autodidacta indio, Srinivasa Ramanujan, publicada por el escritor y científico norteamericano Robert Kanigel en 1991, bajo la editorial Washington Square Press.

El realizador Matt Brown (Ropewalk, 2000) retoma una significativa historia de colaboración científica en el campo de la matemática que desafía muchos prejuicios académicos. La relación entre el heterodoxo matemático Godfrey H. Hardy y el religioso matemático indio S. Ramanujan generó mucha atención en la prestigiosa comunidad del Trinity College de la Universidad de Cambridge y provocó muchos cambios a nivel teórico por sus contribuciones al análisis matemático, la teoría de los números y las series infinitas.

En una operación de carácter romántico, Brown comienza el film con un resumen sucinto, más cinematográfico que biográfico, de los primeros años del matemático indio (Dev Patel) a principios del siglo XX; hace hincapié en su breve paso por la arcaica ciudad de Madras, para dar paso a la invitación de viajar a Inglaterra de la mano de la curiosidad de su colega Hardy (Jeremy Irons), a fin de presentar sus teorías a la estupefacta comunidad matemática de Cambridge.

El intercambio de ideas y teoremas entre Hardy, John Littlewood (Toby Jones) y Ramanujan los lleva a replantearse muchas de las teorías matemáticas de la época y a solucionar algunas ecuaciones y problemas que hasta ese momento parecían un atolladero sin remedio.

El enriquecimiento académico se ve interrumpido por el estallido de la Primera Guerra Mundial y por la frágil salud de Ramanujan, que es diagnosticado con tuberculosis y una aguda deficiencia vitamínica producto de su mala alimentación.

El film de Brown construye acertadamente varios ejes narrativos que le permiten desarrollar un rico relato sobre un personaje interesante y contradictorio, con fuertes creencias mágicas y religiosas en medio de un ámbito agnóstico. Ya sea desde sus humildes inicios, el choque cultural, las diferencias de carácter de los protagonistas, su inesperada amistad, los prejuicios de la sociedad académica o el racismo liso y llano, El Hombre que Conocía el Infinito plantea un panorama sobre la vida universitaria de los pocos indios que podían estudiar fuera de su país en la metrópoli.

El elenco cumple durante todo el film y deja una obra romántica sobre un hombre que dejó su familia, y todo lo que tenía, por su trabajo científico para sacar a la matemática de sus dilemas a partir de aportes originales e innovadores. En una época de cálculo y de héroes de plástico, la transformación de un humilde matemático autodidacta que se sumergió en la vida académica en figura romántica es una excentricidad que vale la pena considerar, valorar y seguir.