El hombre más buscado

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Inteligente, fascinante y brutal

Tras El sastre de Panamá, El jardinero fiel y El topo, es el turno de El hombre más buscado, nueva transposición al cine de una novela del celebrado escritor inglés John Le Carré. A seis años de su publicación, se estrena esta más que interesante adaptación que dirigió el holandés Anton Corbijn (Control, El ocaso de un asesino).

De todas maneras, más allá de sus hallazgos narrativos y visuales (que los tiene y en buena cantidad), este film será recordado como una suerte de testamento actoral de Philip Seymour Hoffman. No sólo porque fue uno de los últimos trabajos antes de su prematura muerte sino porque también quedará como uno de los mejores de su extraordinaria carrera.

Hoffman interpreta a Günther Bachmann, jefe de un comando antiterrorista que opera de forma secreta en Hamburgo (el puerto alemán desde donde se planearon los ataques del 11 de septiembre de 2001) para descubrir, a partir de agentes infiltrados, posibles amenazas dentro de la comunidad islámica. Este hombre solitario y alcohólico, de andar cansino y mirada triste, pero también meticuloso, obsesivo, perspicaz, sensible, intuitivo y brillante resulta el personaje ideal para una película de climas melancólicos y atmósferas opresivas (está ambientada casi siempre de noche y varias escenas transcurren en bares muy sórdidos) que parece pensada para una despedida a lo grande.

Claro que Hoffman no está solo: esta película tiene uno de los mejores elencos de los últimos tiempos, que incluye también a Rachel McAdams (una activista de derechos humanos), Willem Dafoe (un banquero involucrado en operaciones non sanctas), Robin Wright (una agente de la inteligencia estadounidense) y los alemanes Nina Hoss y Daniel Brühl (integrantes del equipo de Bachmann). Y en el medio de todos ellos, claro, aparece "el hombre más buscado" al que alude el título, un inmigrante veinteañero, mitad checheno, mitad ruso, que ha sufrido todo tipo de torturas y llega a Hamburgo para reclamar una millonaria herencia.

Lejos de la adrenalina del cine de acción contemporáneo, con un interés por el detalle y una profundidad psicológica que escasean en la producción actual a gran escala, Corbijn y sus intérpretes construyen con paciencia y talento una película de espías que resulta inteligente, fascinante y brutal a la vez. Una (bienvenida) rareza.