El hombre de acero

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Superman, mucho ruido y la esperanza de una saga

El 18 de abril de 1938 apareció en la revista Action Comics la tira inicial de Superman, el hombre de acero, el primer personaje con poderes sobrenaturales. La historieta fue creada por el guionista Jerry Siegel y el dibujante canadiense Joe Shuster.
En 1978, la historieta fue llevada al cine por Richard Donner, con la actuación de Christopher Reeve como Superman, Gene Hackman en la piel del malvado Lex Luthor y un enorme Marlon Brando en el personaje de Jor-El.
Desde entonces aparecieron varias versiones, hasta arribar a esta última, que vuelve a los orígenes del "hombre de acero". La primera secuencia se desarrolla en el planeta Kriptón. Allí el general golpista Zod se rebela y asesina a las autoridades.
Pero antes de ese episodio, Jor-El y su esposa Lara deciden enviar a su hijo Kal-El a la Tierra, para salvarlo ante la inminente destrucción del planeta Kriptón. La nave-moisés cae (¡oh casualidad!) en Kansas, Estados Unidos. Más concretamente en la granja de Jonathan y Martha Kent, que adoptan al niño, le imponen el nombre de Clark y lo crían como un ser humano.
Esta vendría ser la prehistoria del protagonista, quien en algún momento aclara que la "S" que lleva en su vestimenta significa "esperanza". Pero Clark posee poderes sobrenaturales y deberá vivir con esa prerrogativa, que le genera una crisis de identidad.
No obstante, Clark decide asumir su condición y utilizar su poder para hacer el bien. Eso ocurre cuando cumple 33 años, una edad emblemática, aunque antes de eso tiene la oportunidad de exteriorizar su extraña capacidad, para asombro de sus coterráneos.
Pero el segmento central y más extenso de esta historia sucede cuando aparece el villano Zod, dispuesto a recuperar el Códice que supuestamente Jor-El introdujo en la nave-moisés, que permitiría reanudar la vida en Kryptón.
Para lograr su objetivo, Zod amenaza con "kriptonizar" la Tierra, modificando su atmósfera, lo que significaría la muerte de los seres humanos. Quien decide enfrentarlo es Clark, lo que deriva en dos horas de luchas, donde ambos ponen a prueba su condición de "hombres de acero".
La película se filmó en Chicago como la ciudad de Metrópolis, donde no quedará piedra sobre piedra. Y frente a esa hecatombe, se impone una pregunta: si la solución era tan sencilla, ¿por qué destruir tantos edificios, calles y automóviles, y matar a tanta gente?. Son cosas del cine.
Además de Zod, de Clark y su abnegada compañera de aventuras Luisa Lane, reportera del Daily Planet, el otro gran protagonista son los efectos visuales, algunos muy bien logrados y otros infantilmente caricaturescos.
¿Qué harás --le pregunta su madre adoptiva-- cuando ya no tengas que salvar al mundo? Clark no responde, porque eso se verá en la secuela de esta nueva saga.
Tratándose de un filme sustentado básicamente sobre efectos visuales, resulta difícil evaluar la actuaciones. Se puede destacar las de Crowe como Jor-EL, de Amy Adams (Luisa Lane) y, en menor medida, de Henry Cavill, que tiene el futuro inmediato asegurado.