El Hobbit: Un viaje inesperado

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un prólogo demasiado largo

Después de la trilogía de El Señor de los Anillos, el director Peter Jackson se sumergió en una suerte de precuela, con las historias previas de personajes como Bilbo Bolson.

Ya no quedan dudas de la importancia de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien en la literatura del siglo XX y su influencia en el género fantástico en la cultura contemporánea. Libros, películas, series de televisión, videojuegos, historietas, todo parece haber sido alcanzado por aquella obra gigante que resumía y reinventaba la literatura fantástica de los siglos anteriores. El Hobbit es un libro de Tolkien anterior a El Señor de los Anillos y aunque la película hoy la veamos como una precuela de la trilogía de films dirigidos también por Peter Jackson, lo cierto es que es la trilogía una secuela de El Hobbit.
La película cuenta la historia de Bilbo Bolsón, quien recibe la visita de Gandalf y un grupo de 13 enanos. La visita es para incorporar a Bilbo a la compañía a fin de recuperar al reino de Erebor de las garras de un dragón llamado Smaug. Aunque en la literatura El Hobbit es un libro mucho más pequeño que El Señor de los Anillos, Peter Jackson terminó por construir una nueva trilogía que comienza aquí con el título de El Hobbit: un viaje inesperado.
El proyecto cuenta desde el vamos con un público cautivo que sigue estas aventuras por todo el mundo, con el reconocimiento de Tolkien como un autor clave de la cultural del último siglo y un Oscar a mejor película para El Señor de los Anillos: El retorno del rey. Pero esta conciencia y seguridad no le juega a favor a la película.
Un viaje inesperado es un larguísimo prólogo que, si bien está construido como película independiente, queda claro que no es más que un tercio de una película más grande. Jackson ya demostró que sus películas cobran más sentido cuando están completas y con todas las escenas, cosa que suele ocurrir cuando se editan en DVD o Blu-Ray. Pero en este caso en particular, la película pide a gritos ser más breve y no más extensa. Casi tres horas para contar un tercio de historia esta vez no parece justificarse demasiado.
Es cierto que la trilogía de El Señor de los Anillos empezaba también con mucha tranquilidad, pero el interés que despertaba era mucho mayor. Acá se nota como han forzado la historia para poder venderla en trilogía. Del despliegue visual y algunas cuestiones técnicas no hay ni que dudar, Jackson sabe lo que hace. Sin embargo se le nota su origen más infantil y una historia así con una duración de tres horas es casi una contradicción. El fenómeno ya está construido. Nadie verá o dejará de ver la película por la crítica, pero con un poco de distancia se deberá admitir que la magia se ha ido perdiendo, y que la historia ya no conmueve como antes.