El gato con botas

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un animal tan astuto como encantador

Surgido de la saga Shrek, el gato que cuenta con la voz de Antonio Banderas se independizó, tiene película propia y amenaza con una secuela. Junto a Kitty (Salma Hayek), una hábil compañera de rutas, el felino vive sus aventuras 3D.

La exitosa serie de películas de Shrek basaba su estructura en parodiar los cuentos de hadas. Dentro de esa saga para público infantil pero con muchos guiños para los adultos, un personaje se destacaba de forma contundente: el Gato con botas. Con la voz de Antonio Banderas, el personaje mezcló desde el comienzo a la creación de los cuentos con el Zorro que interpretara el actor español en la pantalla grande. Sin saber de dónde sacar más plata, los productores de la franquicia vieron que el Gato podía darles un nuevo comienzo. Y así es, porque al menos para una película, el personaje tiene mucho para ofrecer. Desde los films de Shrek, este Gato con botas poco tenía que ver con el que cobró fama gracias a la pluma de Charles Perrault. Tan sólo queda el ingenio y la rapidez mental, pero nada más. Se nota claramente la influencia del cine de Walt Disney, que convierte a todos los personajes de animales casi en personas, alterando muchas veces el sentido de los relatos originales. Donde sin embargo la película gana mucho, es en la coherencia y unidad de personajes. Es un personaje principal bien delineado el que lleva el relato, y aquellos que se le unen, mezclando nuevamente cuentos de hadas, no producen un cambio sustancial en la construcción del personaje gatuno con voz de Antonio Banderas. Una gata llamada Kitty (Salma Hayek) le dará a la película su historia de amor. Y el personaje de Humpty Dumpty, perteneciente a la cultura popular pero vuelto famoso en Alicia en el país de las maravillas, es un viejo amigo del Gato, que generará más de un conflicto dentro de la historia. Más llena de aciertos que de errores, la historia tiene buenos momentos de humor, algo de acción, y el 3D está utilizado de forma correcta. El producto cumple sin maravillar y se pasa rápido entre risas, suspenso y suspiros de ternura cuando el gatito pone sus ojos grandes para conseguir algo. Aunque la falta de vuelo se nota en Gato con botas, hay que decir que no son tantas las películas para chicos taquilleras que salen airosas de la explotación comercial entregando una obra digna. Tal vez lo que provoca desconfianza es saber al final de la historia, que el éxito de esta película provocará una segunda. Como en los cuentos de hadas –y en esta película– nadie quiere matar a la gansa de los huevos de oro. Por lo cual Gato con botas 2, parece ser tan sólo una cuestión de tiempo. <