El futuro perfecto

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El futuro perfecto” (2016), de Nele Wohlatz, es una película que permite conocer personajes para luego construir una mirada lúcida y fehaciente sobre el multiculturalismo que converge en las capitales.
Aquí a partir de Zhang Xiaobin, una joven china que deambula en una ciudad, en este caso Buenos Aires pero que bien podría ser cualquier cosmópolis del mundo, en busca de ser comprendida por los otros, se trazan ideas sobre la convivencia y la comprensión.
En el tratar de encontrar aceptación, amor, afecto, Xiaobin termina por encontrarse a sí misma en una historia que ya no le pertenece y que quiebra su pasado, un pasado lejano no sólo por distancia, sino porque ya no es la misma.
“El futuro perfecto” desarrolla con habilidad planteos sobre la vida en las grandes ciudades y en espacios en dónde las individualidades se pierden y todo se homogeniza.
Es una película urbana, por el recorrido que hace en ella sobre sus personajes, pero también íntima por lo que se cuenta. Por eso el futuro perfecto, no es sólo un tiempo verbal, y mucho menos una posibilidad aún inasible, es una metáfora de aquello que aún no se tiene y que puede venir para cambiar un estadio o momento particular.
La película no sólo toma el idioma cómo lugar de reparo entre los individuos, sino también como la posibilidad de construcción de los mismos desde aquello que se enuncia o aquello que se deja de decir.
La principal virtud, y a la vez capacidad de la realizadora alemana consiste en jugar todo el tiempo con el límite entre ficción y documental, y también con los tiempos que envuelven el relato. Y en ese juego y en ese desandar los caminos de la joven protagonista se comienza a trazar una historia sobre la palabra como fundadora de sentido y como posibilidad.
Hay un juego que evidencia la construcción de algunas escenas, pero así y todo, se pierde en esa misma construcción y en las eternas escenas de clases de las niñas orientales que intentan aprender un lenguaje que, en realidad, desde otro lugar ellas también lo hablan.
La traducción no sólo implica el original y una nueva obra, en “El futuro perfecto” la traducción posibilita la creación de un nuevo sentido a partir de un estado anterior del que aún no sabemos o queremos saber nada.
Lo anecdótico comienza a generalizarse y lo general termina por particularizarse, este doble mecanismo está presente todo el relato, y más aún cuando Xiaobin comienza a presentarse con sus verdades y con las intenciones de tomar partido sobre su futuro.
Justamente es ahí en donde la existencia de una película como “El futuro perfecto” permite bucear la vida desde las pequeñas cosas y rutinas de un grupo para hablarnos de algo más, algo que trasciende su propuesta.
Xiaobin es sólo una parte de los cientos de miles de inmigrantes que circulan por las ciudades y en esa circulación yenes errabundeo y búsqueda de sentido no hay más que la vida misma exponiéndose ante los ojos de los demás. Grata sorpresa de la cartelera.