El exorcismo de Dios

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

El director de La casa del fin de los tiempos (película venezolana que exploraba varios tópicos propios del cine de terror con una vuelta original), dirige su primera película en inglés y que, como el título indica, se adentra dentro de esa especie de subgénero que son las películas de exorcismos que tienen como padre a William Friedkin.
El exorcismo de Dios, menos modesta que su antecesora y escrita por Hidalgo junto a Santiago Fernández Calvete, se muestra influenciada por El exorcista desde el primer momento, con plano homenaje casi calcado. En su interesante prólogo vemos al protagonista, un cura norteamericano instalado en México, intentando llevar a cabo un exorcismo que no está autorizado a realizar porque no está preparado para tal, todo para poder salvar la vida de la joven poseída que, bajo los efectos del demonio, se le presenta provocadora, seductora de la manera menos sutil.
Un poco después entenderemos que el exorcismo salió «bien», que la mujer pudo expulsar a su demonio pero también que este cura oculta un secreto al respecto. Admirado y querido por el pueblo que lo ve como a un santo, teme confesar el pecado que cometió, bajo el influjo del demonio, y cuyas consecuencias está a punto de enfrentarse dieciocho años después. Aquí sí contará con la ayuda de otro cura que viaja especialmente para que los errores no se repitan. El plan es salvar a la joven ahora poseída, que tiene una conexión muy personal con aquel primer exorcismo, en el escenario de una cárcel de mujeres.
Hay algo de telenovela en ciertos aspectos de la trama a la que las interpretaciones acentúan; interpretaciones que además arman un licuado de acentos entre el inglés y el español. Eso le da un tono extraño que a veces la aleja de las buenas escenas de terror, algunas más logradas que otras, que Hidalgo consigue construir con un presupuesto ajustado pero bien utilizado. Los efectos visuales y de maquillaje, el diseño de producción son para destacar; no suman los constantes golpes de efecto y sonido, la manera más fácil y aburrida de crear un sobresalto.
Pero detrás de toda esta parafernalia en la que incluso aparece un Jesús poseído, hay una idea atractiva. Hacia el final, en el que se apuesta por el más es más, es que todo se siente un poco forzado en su afán de llegar al momento al que el título refiere y presenta una especie de vuelta al subgénero que amenaza con gastarse pronto. En el medio, una crítica esbozada a la institución.
Un poco más de profundidad a la situación del pecado que comete ese padre en lugar de simplemente justificarlo con la posesión demoníac podrían haber dado lugar a un abanico de matices, sobre todo en un terreno tan amplio y lleno de grises como lo es el religioso, mucho más ricos y complejos en los que no termina de ahondar.
Más allá de la trama, El exorcismo de Dios apunta a un terror de efectos, que va creciendo hasta llegar casi al desborde y esos golpes a veces le juegan en contra a los climas logrados de tensión. Hay algunos personajes interesantes y otros más desaprovechados. El concepto está, la ejecución se queda a medio camino pero de todos modos es una película que tiene sus buenos momentos y que nunca aburre.