El camino del vino

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

No se porqué se me puso en la cabeza que iba a ver algo parecido a la maravillosa "Sideways": Amé esa película y cualquier cosa que tenga que ver con ella (el vino como excusa de búsqueda personal... espiritual?), supongo que la asocio invariablemente. En este caso, el registro es otro, los presupuestos distintos, la estética, claramente otra pero... saben qué? Tienen algo en común: ofrecen una cepa noble, transparente y que se puede degustar, no importa el paladar que tengas. Lo cual, creo, en cierta manera, que no es poco.
La historia de "El camino del vino" es la de un sommelier uruguayo, Charlie Arturaola, un tipo de renombre que sabe hacer su trabajo. Bah, sabía. Lo conocemos lleno de prestigio y honores, pero en un momento crucial de su carrera: él no sabe porqué, pero perdió su paladar mágico. De alguna manera, su instrumento de laburo, se esfumó: razones,... Bueno, uno podría teorizar, hipotetizar... Pero lo cierto es que Charlie sin su percepción para catar, es hombre muerto. Si bien al principio intenta "dibujarla", con lindas palabras (es muy divertido verlo describir un producto al que no le siente el gusto), pronto se da cuenta de que no puede seguir así.
Consulta con un gurú de la especialidad quien le sugiere que "regrese" a las fuentes, al viñedo, a donde está lo auténtico. Un retorno que lo lleve a redescubrir su pasión por el vino, desde el terruño mismo. Le pide que haga ese viaje (iniciático) para reconciliarse con su profesión y recuperar su más preciado bien: su paladar.
Charlie, un hombre de clase alta con un matrimonio particular, decide tomar cartas en el asunto y se embarca a vivir un recorrido lleno de sorpresas (bueno, no tantas, no tantas), en el cual lo veremos experimentar distintas facetas de acercamiento al producto en cuestión, departiendo con un público que no tiene empacho de tomar el vino con soda.
Nicolás Carrera hace un mix entre documental y ficción. Usa personajes, que a veces parecen decir sus lineas convencidos, y otras, no tanto. Su técnica quizás no sea muy depurada, pero la labor que hace su protagonista, es fantástica. El hombre es empatía pura, y como nos identificamos con su búsqueda, dejamos de lado algunas inconcistencias que van surgiendo a medida que el relato avanza. Nos gusta como está caracterizado el escenario de la industria y también los lugares que Charlie visita, sentimos que en todo momento se respeta la esencia de búsqueda que atraviesa todo el film.
En líneas generales, una tarea de Carrera que nos hace agregar otro nombre importante a los nuevos valores que el cine nacional tiene para ofrecernos.