El camino del vino

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Volver a la esencia

Nicolás Carreras -otro crédito surgido de la FUC- mezcla documental y ficción (o más bien trabaja en el impreciso límite entre ambos registros) para narrar la historia de Charlie Arturaola, un sommelier uruguayo de prestigio internacional que ha recorrido medio mundo para convertirse en una celebridad del sector vitivinícola. Eso es al menos lo que vemos durante el Masters of Food and Wine, un evento top que se realiza en Mendoza.

Sin embargo, el presente de Charlie se derrumba cuando de forma súbita, en medio de las actividades de ese encuentro, "pierde" su paladar; es decir, su herramienta de trabajo. Desesperado (es incapaz de diferenciar un Tempranillo de un Syrah o un Malbec de un Cabernet Sauvignon), se hace chequeos para detectar algún problema neurológico, pero nada ¿Será entonces stress? Nadie (menos aún él) sabe qué hacer.

Por recomendación del gurú Michel Rolland (¿se acuerdan del enólogo "malvado" de Mondovino?) sale a recorrer las principales bodegas y viñedos de Mendoza y, apelando a pequeñas mentiras (la organización de un supuesto festival a realizarse en República Dominicana), logra ir probando los mejores vinos de la zona. Pero la cosa no mejora. Intentará, entonces, con el contacto más directo con la tierra y con un regreso a la familia de origen (está casado con una fría norteamericana ante la que se confiesa vía Internet).

El ingenioso planteo de Carreras (narrar las peripecias de un hombre para exponer en el trayecto cómo se maneja el despiadado mercado) es mejor que su puesta en escena, ya que está claro que los personajes actúan (a veces no muy fluidamente) para la cámara y el resultado final es, por lo tanto, algo forzado y no del todo convincente. Igual, se trata de una apuesta arriesgada, inteligente y con más un pasaje inspirado.

(Esta reseña fue publicada con algunos cambios durante el Festival de Mar del Plata 2010, donde el film ganó el premio FIPRESCI de la crítica internacional)