El callejón de las almas perdidas

Crítica de Santiago García - Leer Cine

En la escena inicial el protagonista de la historia coloca un cadáver envuelto y atado en un agujero de una casa. Ha roto el piso de madera para colocarlo allí. No lo tapa, ni le pone maderas arriba, lo deja allí y prende fuego la casa. No queda muy claro para que hace el pozo que finalmente no tapa, pero igualmente allí está el origen del personaje y el costado psicológico que la película utilizará para explicar las conductas y ambiciones del protagonista. Solo se lleva un reloj que también será clave en la trama.

Stanton Carlisle (Bradley Cooper) es un buscavidas inescrupuloso que luego de la mencionada escena sale a buscar suerte, llegando a una feria ambulante, donde los espectáculos le llaman la atención y decide sumarse. Su ascenso dentro de la estructura de esta farándula nómade lo irá acercando a sus sueños, pero él siempre buscará más. Estamos en la década del treinta y Estados Unidos sufre la gran depresión, pero Carlisle las cosas marchan bien, salvo que sea incapaz de ponerle límites a sus ambiciones. Siendo un policial negro no cuesta nada saber que es lo que pasará.

La película escrita y dirigida por Guillermo Del Toro está basada en la novela de William Lindsay Gresham, que ya fue adaptada en un film de 1947, dirigido por Edmund Goulding y protagonizado por Tyrone Power. Del Toro declaró que no se trata de una remake y al ver las dos películas hay que reconocer que tiene razón. Son dos películas muy diferentes, aunque la que veamos primero condicionará la experiencia de la segunda, probablemente. Hay algo más de riesgo y potencia en el film de 1947, posiblemente porque Tyrone Power buscaba salir del lugar seguro que tenía su carrera y puso lo mejor que tenía para transformarse en un monstruo. A pesar del gran elenco de la película del 2021, no hay manera de conectar emocionalmente. Técnicamente muy deslumbrante, el film de Guillermo Del Toro no tiene la menor energía para saber a dónde se dirige, simplemente está filmada muy lindo. Sí, se trata de una película bien hecha, no un producto berreta de streaming de esos que demuelen a diario el cine. Pero no alcanza.

Por suerte Guillermo Del Toro se aleja acá de la minuciosa agenda ideológica que poblaba La forma del agua, una película que se veía perjudicada por su bajada de línea carente de sutileza. Sin embargo la historia, realmente muy buena, no consigue generar empatía alguna. No es fácil identificarse con un personaje de villano, pero no se trata de quererlo, sino de sentirnos cerca de su destino. En 1947 se había podido lograr, pero en el 2021 las película no quieren asumir sus riesgos, aun cuando se supone que tienen más libertad para contar historias.

Es abrumadora la belleza de los decorados y el vestuario, así como también el cuidado en la fotografía. Hay una versión en blanco y negro pero no es fácil de ver fuera de Estados Unidos. En lo estético Del Toro funciona, pero en esta, su primera incursión fuera del cine fantástico, no consigue insuflar de vida a sus criaturas. Cuando uno piensa que fue inspirado por cineastas como Tod Browning y James Whale, es una pena que no haya podido lograr acá el enorme corazón de estos directores.