El buen patrón

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

"El jefe funcional al sistema"
Luego de su estreno en Argentina en la octava muestra de cine español Espanoramas, ahora tiene su estreno comercial la película El buen patrón.

El buen patrón (2021) ganadora de seis premios Goya, es la última película escrita y dirigida por Fernando León de Aranoa (A Perfect Day, Loving Pablo, Los lunes al sol, Familia). El largometraje es protagonizado por Javier Bardem quien interpreta a Blanco, el dueño y jefe de una empresa que fabrica balanzas industriales, que se encuentra a la espera de un comité que evaluará el desempeño de la fábrica, por la terna de un premio. El conflicto se desarrolla cuando un empleado (Óscar de la Fuente) que ha sido despedido monta un campamento como protesta frente a la empresa, lo cual se opone a la imagen que Blanco asiduamente pretende comunicar.

A su vez, según avanza el relato se desarrollan varios conflictos que involucran a otros empleados de la fábrica y a la vida personal del protagonista, quien se encontrará bajo tensión constante y creciente, pero es una preocupación que en la mayoría de los casos él mismo ha provocado. Al inicio de El buen patrón Blanco da un discurso que a medida que avance la acción, la narración se ocupará de deslegitimar al igual que el slogan de la empresa -que no casualmente fabrica básculas- “Esfuerzo, equilibrio, fidelidad”.

Asimismo, uno de los aspectos interesantes de la película es el devenir del estatuto del personaje de Blanco. Aquel apellido, Blanco, cuyo color representa simbólicamente la pureza, lo pacífico y la inocencia, se irá manchando conforme las acciones del protagonista, sus manipulaciones y su pérdida de equilibrio. A pesar de ello, contará reiteradamente con la ayuda de Fortuna (Celso Bugallo), uno de sus empleados más antiguos, y por eso esté, quizás, la “suerte” de su lado. En consecuencia, el guión no representa de forma superflua personajes estereotipados o chatos, sino que describe personajes con matices y ambigüedades. Por lo tanto, no hay una clásica dicotomía entre buenos y malos, sino planteos morales de un esquema actancial que problematiza las relaciones del sistema y modo de producción capitalista.

El buen patrón representa una crítica al capitalismo, pero también a la hipocresía general de la sociedad actual. En la película se esbozan toda clase de bajezas humanas, y hasta donde están dispuestos también a llegar los personajes secundarios con tal de obtener lo que desean. Y aunque por supuesto la ética del jefe de la empresa es el centro de la acción, también se construye en una segunda línea cómo algunos de los personajes aprovechan su cuota de poder con ideales igualmente cuestionables. Como resultado se obtiene una especie de microcosmos darwiniano y marxista que plantea la supervivencia del más apto en un mundo voraz, sin lugar para los “débiles”.

Por último, El buen patrón alterna el drama con la comicidad, mediante chistes muy efectivos. Sobre todo, porque cada uno de ellos expresa cuestiones muy reales, como cuando las esposas de dos empresarios, incluido Blanco, se burlan de su discurso de hacerse de abajo al pronunciar “pero si ambos heredaron las empresas de sus padres”. Pero no es sólo los bienes y ser de la clase dominante lo que han heredado de sus padres, sino también toda una ideología de acomodar las cuestiones a conveniencia, donde parece ser que a la justicia se le ha corrido la venda de los ojos. En conclusión, mediante un relato muy entretenido y sólido, la película expone la circularidad sin fin de un sistema desigual en donde reina la hipocresía y las apariencias de la falsa corrección política actual.