El bosque de los perros

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

LA VIOLENCIA DE LO INEXORABLE

Muchas veces nos olvidamos de cómo los espacios y tiempos condicionan nuestras existencias; las formas en que nuestras acciones presentes están sustentadas por un pasado y un contexto que habitamos. El bosque de los perros, ópera prima de Gonzalo Javier Zapico, hace hincapié en esto de manera casi extrema, incluso recurriendo a la noción de un destino inexorable para sus protagonistas.

El film se centra en Mariela (Lorena Vega), una mujer de 35 años que retorna a su pueblo natal luego de quince años. Se intuye en ella la necesidad de cerrar unos cuantos asuntos pendientes, aunque su llegada en principio generará lo contrario: una reapertura de viejas heridas y secretos relacionados con Gastón (Guillermo Pfening), un amor de su adolescencia, y Carlos (Marcelo Subiotto), con quien también tuvo un vínculo sentimental. El triángulo amoroso que se rearma será el eje vertebrador del relato, aunque también jugará un rol relevante ese pueblo convertido en una realidad casi paralela que alberga lo salvaje, instintivo y, eventualmente, lo sanguinario y violento.

Cuando trabaja lo implícito y enigmático, El bosque de los perros demuestra tener potencia narrativa. Es indudable que Zapico se siente más cómodo cuando la materialidad principal la constituyen los meros indicios de lo que sucedió en el pasado o de las sensaciones que atraviesan a los personajes. Allí, son las miradas, actitudes corporales y hasta el sonido (acompañando el fuera de campo) los que marcan la pauta. No sucede lo mismo cuando la palabra o la gestualidad más explícita pasan a cobrar mayor relevancia. De hecho, eso lleva a que los cabos sueltos quedan más patentes, llevando al film casi al terreno de lo fallido.

En cierto modo, el dispositivo narrativo y estético de El bosque de los perros actualiza dilemas que vienen aquejando a buena parte del cine argentino hace un rato largo: cómo construir historias donde convivan lo dramático con el suspenso balanceando apropiadamente los elementos discursivos. Zapico no termina de resolver esas dificultades, pero aún así da un primer paso en su filmografía relativamente interesante.